—Me alegra que haya venido —rompió Worth el silencio con un susurro ronco.
—No debería. —Sacudió la cabeza y clavó la vista en el suelo—. Por mi causa
ha estado a punto de desmayarse. Tendría que estar acostado, guardando reposo,
y mi visita le ha obligado…
—Créame —la interrumpió estirando la mano para rozar apenas la de ella—,
incluso si me hubiera desmayado, habría merecido la pena.
—¿Cómo puede decir eso? —Lo miró sorprendida y con el pulso acelerado por
la caricia, o quizá por sus palabras.
—Resulta agradable tener visita cuando uno se encuentra convaleciente —dijo
sin atreverse a confesar lo que en verdad sentía.
—Por supuesto.
¿Era decepción lo que Nerian había detectado en su voz? Su sonrisa tampoco
desprendía la alegría de otras veces.
Worth se puso en pie despacio y se acercó a ella, tanto que Lori necesitó
echar la cabeza hacia atrás para mirarlo. Ambos fueron conscientes de que se
encontraban en la misma posición que la noche del baile en el mercadillo.
Regresó entonces el anhelo a sus ojos y el deseo a sus bocas.
Nerian le acarició la mejilla y, despacio, deslizó los dedos hacia sus
labios. Los perfiló con el dedo corazón. Lori cerró los ojos al tiempo que un
quedo suspiro de emoción escapaba de su pequeña y sonrosada boca. ¡Era tan
perfecta y apetecible!, pensó Worth sucumbiendo de nuevo a la tentación de
acercarse a ella. Recibir la caricia de su aliento le hizo olvidar la
prudencia, y antes de arrepentirse la besó.
Lorianne gimió al sentir la suave presión de su lengua y se le aflojaron
las rodillas cuando esta se movió junto a la suya. Necesitó aferrarse a sus
hombros para sostenerse. Nerian gruñó de dolor, pero no le permitió apartarse,
la retuvo junto a él deslizando la mano por su espalda hasta alcanzar su
cintura. Fue entonces, cuando sus cuerpos se encontraron, que la caricia se
tornó vehemente, incitante y codiciosa. Lori, con una legión de hormigas
marchando dentro de su estómago, quiso participar del beso; imitó sus movimientos
con timidez al principio y cierta torpeza también. Excitado con su respuesta,
Worth estrechó el abrazo y se amoldó a la cadencia que le marcaba. Jadearon a
la vez cuando sus bocas encajaron a la perfección.
—Menudos tragaldabas que están hechos esos tres —decía Doll entre risas, de
camino a la sala de estar sin imaginar el remolino de sensaciones que allí se
experimentaba.
Al escucharla, Lorianne recordó que no estaban solos. Respirando de forma
entrecortada, se apresuró a dar un paso atrás para poner distancia entre ellos.
Aturdida aún, con el corazón acelerado y sofocada, lo miró de soslayo. El
condestable aparentaba serenidad, aunque la tensión de su mandíbula y la
oscuridad de su mirada delataban su agitación. Saberlo tan afectado como ella misma
no la ayudó a apaciguar el revuelo que se había formado en su interior, al
contrario, pareció que iba en aumento. Se mordió el labio para contener un
nuevo gemido.
Nerian vio el gesto de la muchacha y deseó ser él quien lo mordiera. Se
encendió aún más de solo imaginarlo.
Un pretendiente para la señorita Bowler – Ana F.
Malory
No conocía el libro pero el extracto me ha gustado.
ResponderEliminarBesos
Me encanta que nos descubras escenas así.
ResponderEliminarBesos =)
¡Hola! =)
ResponderEliminarCreo que el libro no me suena, ¡gracias por la escena! ^^
Un abrazo :P
hola,
ResponderEliminarempiezo el primer libro de la saga, asi que espero leer este libro a lo largo del año
Besotessssssssssssss
#yomequedoencasa