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viernes, 27 de diciembre de 2019

Besos de libro #269 ¿Quién diablos eres? (I)



—No me deje solo en esto, Jane…
—No le entiendo. ¿Acaso ha bebido, Robert? —preguntó antes de intentar escabullirse de nuevo en dirección a la puerta.
Solo pudo intentarlo, porque de nuevo se encontró con él bloqueando su avance.
—Por favor —insistió Galloway.
Turbada, buscó en los ojos de su asaltante una respuesta a lo que estaba ocurriendo. ¡Y qué intenso sentimiento encontró en su mirada! Me estremecí con Jane y recordé los besos de Duncan. Todos ellos. Intuí que estaba a punto de suceder.
—Míreme, Jane, y dígame si de verdad quiere que deje de retenerla, si desea que abandone esta habitación ahora mismo. Porque le juro que lo haré y no volverá a verme. Me iré lejos de Tyne Park mañana a primera hora y no regresaré hasta que me comuniquen su marcha de estas tierras. Así usted no tendrá que soportar más mi presencia ni yo su repudio.
Ella no se movió ni un milímetro. Cómo hacerlo si apenas podía respirar.
Robert se le acercó aún más.
—No me mire así, por favor… —le reclamó ella intentando ocultar bajo una mano el escote de su camisón de batista, del que de repente fue consciente.
Robert le asió esa misma mano y fue a llevársela a los labios…, pero en el último momento cambió de idea y, con un hábil movimiento, la atrajo hacia sí para que sus bocas se encontraran en un beso íntimo y delicado. Pausado y cálido.
Cuando se separaron, ella tenía cara de susto y felicidad.
—No es mi hermano Percy el Galloway que tendrá el honor de esposarse contigo. Si es que decides aceptarme… —Jane no respondió, pero la sonrisa que Robert leyó en el rostro de su amada le renovó los ánimos para proseguir con su vehemente discurso—: Confío en que no me obligues a raptarte —bromeó—. En este instante incluso me veo capaz de bajar al salón y comprometer tu reputación ante nuestros invitados con una mentira: les diré a todos que acabo de robarte lo que ya no te podré devolver —aseguró mientras lanzaba una mirada resuelta al lecho de Jane. «¿Estará hablando en serio?», se preocupó ella—. Sin duda el escándalo serviría de sustento a las chismosas del condado durante meses; pero el compromiso entre los dos sería un hecho esta misma noche, y eso es lo único que me importa.
—No será capaz… —lo retó ella alarmantemente sonrojada por el beso y por las amenazas de Galloway.
—Ponme a prueba —replicó él con aire jovial, y, tras unos segundos de reflexión, añadió—: Sabe que nunca haría nada que pudiera lastimarla. Pero sí es cierto que la necesito. Debe ser mía y permitir que yo sea suyo. ¿Se apiadará de mí? ¿De un hombre que ya le pertenece en cuerpo y alma? —Su gesto era ahora grave, casi suplicante, porque las palabras acababan de abandonar el terreno de juego de la seducción para entrar en el de los sentimientos. Jane se extrañó de que pareciera inseguro. Robert nunca parecía inseguro—. No puedo permitirme su rechazo: me convertiría en el hombre más desdichado del mundo, además de condenarme a vagar en soledad durante lo que me resta de vida.


¿Quién diablos eres?Raquel de la Morena

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4 comentarios:

  1. Gracias por compartir estos pequeños fragmentos de los libros me haces siempre querer leerlos jeje

    Besos =)

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  2. ¡Hola! Me parece una escena maravillosa y perfecta. Dan ganas de leer el libro >.<
    ¡Besos!

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  3. Holaaa, qué genial escena, me intriga el librito porque se ven muy bonito esos personajes :D
    ¡Beesos! :3

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  4. hola,
    me gustó mucho este libro, como me gusta este fragmento
    Besotesssssssssssssssss

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