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viernes, 14 de diciembre de 2018

Besos de libro #221 El corazón de la banshee (II)



—Soy un hombre afortunado —dijo tomándole la mano de la alianza—. Tiene sus ventajas casarse con una mujer tan bella… y además experimentada. —La miró con fijeza por encima de los nudillos que acababa de besar galantemente.
La joven se encogió de hombros, porque no tenía nada que decir y su mente andaba ocupada en otros asuntos; así que a él no le quedó más remedio que interpretar el gesto indolente de su esposa como una confirmación de lo que en su día le había confesado.
—De acuerdo, pues. Al parecer, nos podemos ahorrar explicaciones superfluas de lo que va a ocurrir entre los dos esta noche —susurró él antes de aprehenderla por la cintura. Acunó las mejillas de su esposa entre sus manos, la miró con ternura y se acercó muy lentamente. Cuando presionó los labios de Erin se sintió un adicto a la dulzura que desprendía aquella boca. Los besos se fueron volviendo más intensos y exigentes y fue incapaz de detenerse hasta que notó que a ella le faltaba el aire. Entonces se separó apenas unos centímetros para, literalmente, darle un respiro.
La joven irlandesa nunca había experimentado nada semejante. «Aún estoy a tiempo… Da un paso atrás, Erin. Te expones demasiado con este matrimonio. Tu vida es lo más valioso que tienes. Piensa en todas las maravillas que podrías ver a lo largo de una existencia de nueve siglos», intentó convencerse con la fuerza de la razón.
Pero en ese momento el corazón no parecía dispuesto a escuchar a nadie en un radio de cien leguas a la redonda, ya que la mayor de las maravillas era poder ser besada por su marido, Declan O’Connor. Por un momento se permitió el lujo de dejar la mente en blanco y limitarse a disfrutar del instante, a dejarse acariciar por aquel mentón recién rasurado del que emanaba el rastro etéreo de la esencia de jabón.
El highlander, fascinado, se estremeció de placer al notar cómo Erin se le entregaba poco a poco. Porque si al principio era Declan quien había llevado la iniciativa, ahora era ella quien le estaba dejando un abrasador reguero de besos en el cauce de sus labios. Le divirtió percatarse de la impaciencia que revelaba la respiración agitada de la joven. Sin embargo, esta dejó de mostrarse tan audaz en cuanto notó que su esposo, que de repente se había colocado a su espalda, la despojaba del alfiler de plata y el tartán de los O’Connor para de inmediato centrar sus maniobras de aproximación en el vestido que llevaba. Los lazos que mantenían ceñida la prenda empezaron a resbalar por los ojales como un patinador se deslizaría por una pista de hielo: de un lado a otro y con eficacia. La muchacha tembló cuando sintió la tela del vestido, el corsé y finalmente las enaguas caer al suelo gracias a la pericia de Declan. Al instante, la aprendiz de esposa se cubrió con ambas manos el pecho, que permanecía tapado por una camisola que a su sentido del recato se le antojó excesivamente fina.

El corazón de la bansheeRaquel de la Morena

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5 comentarios:

  1. Holaa, vaya que ha estado sonado este librito, y se ve una buena lectura para conocer más sobre la cultura y la criatura *-*
    ¡Beesos! :3

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  2. Hola! Muy buena esta escena y lo que viene justo después 😂🤣😁. Besos!

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  3. hola,
    me ha gustado el fragmento que nos has puesto, una parte que me gusto mucho
    Besotesssssssssssssssss

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  4. Hola preciosa!
    NO he leído el libro pero me encanta el beso.
    Feliz domingo!

    −Fantasy Violet−
    Besotes! ♥

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  5. A great post! < 3
    I am following you and invite you to me
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