COMENTARISTAS

lunes, 29 de marzo de 2021

Besos de libro #301 La ira y el amanecer (II)



—¿Qué estás haciendo? —susurró.
—Controlándome.
—¿Por qué?
—Porque no logré hacerlo en el zoco.
—¿Importa eso?
—Sí, importa —dijo en voz baja—. ¿Quieres hacerlo?
Sherezade hizo una pausa.
—Ya lo hemos hecho antes.
—No es lo mismo. No será lo mismo.
La sangre le corría desbocada por las venas, encendida por sus palabras.
Él presionó los labios bajo el lóbulo de su oreja. Su lengua se demoró durante un instante en su piel.
—¿Quieres hacerlo? —le repitió al oído.
La joven se armó de valor y luchó contra un ataque de temblorosos miembros.
—¿Por qué crees que estoy aquí plantada, so idiota?
Entonces le agarró la barbilla con las manos y le plantó la boca en la suya.
Lo que empezó como un beso juguetón pronto se convirtió en algo más, continuando con los pensamientos lujuriosos que habían llenado el espacio unos momentos antes.
Los dedos de Sherezade se enredaron en el suave pelo de Jalid cuando los labios de este se curvaron sobre los suyos. Él la envolvió en un abrazo que le levantó los pies descalzos del mármol. El velo se desgarró de su anclaje cuando cayeron de espaldas en los cojines con total desconsideración por semejantes adornos delicados.
Las manos de Sherezade tiraron del dobladillo del qamis de Jalid y se lo sacaron por la cabeza. Los músculos de su torso se contorsionaron al sentir su tacto y el aire de la habitación se volvió cada vez más sofocante, cada vez más tangible. Cuando los labios del califa siguieron por su cuello y sus palmas resbalaron por su estómago hasta los lazos de su shamla, supo que él tenía razón.
No sería lo mismo.
Pues aquello era necesidad sin límites; aquello era un cuerpo de agua y un alma de ceniza.
Los lazos de su shamla estaban sueltos. Si aquello avanzaba mucho más, los pensamientos se diluirían. Debía preguntarle ya, antes de que las llamas la consumieran.
—Dime —musitó con voz entrecortada y con los dedos enganchados a sus hombros.
—Lo que quieras.
El corazón se le disparó y la culpa se aferró a él.
—¿Por qué debían morir?
Él se tensó en sus brazos durante un interminable segundo.
Entonces se despegó de ella y la miró con el rostro congelado de horror.
Reconoció el conflicto en sus ojos.
Y ella vio el terror en los suyos.
Sin mediar palabra, se levantó de la cama y se dirigió a las puertas.
Cuando sus dedos agarraron el picaporte, hizo una pausa.
—Nunca vuelvas a hacerme eso. —Su voz era baja y áspera.


La ira y el amanecerReneé Ahdieh

photo 34fd7a51-3c8a-424f-aaaf-16546c7ad2a6_zpsdaed94d2.jpg

6 comentarios:

  1. Hola ^^
    Pues no me acordaba yo de esta escena jaja pero es que no lo tengo nada fresco, algún día quiero releerlos a ver que tal :)

    ResponderEliminar
  2. Hola!
    Vaya momento y que tensión al terminarlo 😳😳😳😳.
    Besos!!

    ResponderEliminar
  3. hola
    no he leido el libro, pero este fragmento con beso me ha gustado mucho
    Besotesssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  4. Hola.
    No he leído el libro pero me ha gustado el extracto.
    Nos leemos.

    ResponderEliminar
  5. Hola Neftis!!
    Espero poder leer este año está biologia, gracias por el parrafo.
    Besos💋💋💋

    ResponderEliminar
  6. Muy buena escena! Estoy deseando leer el libro.
    Besos

    ResponderEliminar

Los comentarios aparecerán después de la moderación. Déjame uno para saber qué te ha parecido la entrada. Gracias por tu contribución con la que cree este blog. Por favor, no hagas SPAM ni pongas enlaces a tu blog. Si me dejas un comentario te lo devuelvo en el tuyo. Nadie está solo no se hace responsable de los comentarios vertidos por los usuarios, tampoco de los enlaces externos que puedan dejar.