Avery se preguntó si habría
estado a punto de decir que no quería a Leda, o que no lo sabía.
-¿Cómo has podido?
–susurró.
Atlas se giró para mirarla.
Sus facciones eran una sombra inescrutable enmarcada por el firmamento
nocturno.
Entonces se inclinó sobre
ella y la besó.
Avery se quedó paralizada,
sin atreverse prácticamente a respirar. El contacto de los labios de Atlas
sobre los suyos era tan liviano como una pluma, tentativo, inseguro. Cerró los
ojos mientras el beso le provocaba un escalofrío por todo el cuerpo, hasta que
se sintió como si hubiera puesto todo el vello de punta, como si todo su ser
fuera un cable de alta tensión que zumbaba cargado de electricidad. Sintió
deseos de envolver a Atlas entre sus brazos, de estrecharlo contra ella y no
volver a soltarlo jamás. Pero le daba miedo romper el hechizo que no se atrevía
a moverse.
Momentos después, fue Atlas
el que se apartó.
-Buenas noches, Aves
–musitó, antes de bajar las escaleras tambaleándose y perderse de vista.
Avery se quedó dónde
estaba, aturdida. ¿Qué acababa de pasar allí? Se sintió mareada y apoyó las
palmas de las manos en la barandilla para recuperar el equilibrio.
Hola! Tengo pendiente este libro. A ver si puedo leerlo muy pronto. El fragmento genial, me ha encantado.
ResponderEliminarBesos!
¡Hola!
ResponderEliminarMuy chula la escena ^^ Al final me he apuntado la serie/trilogía, pero no pienso empezarla hasta que termine con La quinta ola o Amanecer Rojo, a ver si se publican los dos libros finales xD
Un beso
Me gusta como está descrito!
ResponderEliminarMe pica mucho la curiosidad con este libro la verdad
Un beso!
El libro lo tengo ahí.. no sé si lo leeré
ResponderEliminaren cuanto al beso, está bien
tu esq eres una besuuucoooona
un beesito
Hola Neftis besos que marean y que te hacen perder el sentido ja ja gracias por compartir.
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