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viernes, 20 de marzo de 2020

Besos de libro #278 Un mes para seducir a una dama



El señor Miller hizo una reverencia teatral con la que le cedía el paso y ella se agarró la falda del vestido, con cierta inquietud, antes de girarse. Bordearon la casa por el jardín y, justo al pasar por una zona con una pequeña arboleda, él tiró de ella y la apoyó contra un árbol.
—No aguanto más.
No hubo más palabras, no tuvo tiempo de protestar. Tampoco quiso hacerlo. La boca del señor Miller atrapó la suya y devoró sus labios con tanta lujuria que sintió que iba a desmayarse, pero no, no lo haría. Notó que se estremecía y que le hacían cosquillas zonas de su cuerpo que nunca habría imaginado. No sabía que podía besarse así, con ese ímpetu. Se dejó guiar. Él aplastó el torso contra su busto y algo desconocido se desató en su interior. Podía sentir todo su cuerpo en tensión y no quiso que se alejara. Rodeó su cuello con los brazos y movió la cabeza por instinto, lo que permitió que él profundizara más el beso. Escuchó unos leves gemidos, como si sonaran dentro de su cabeza, y tardó en comprender que era ella misma quien los emitía.
La vergüenza la abandonó y, protegida por el tronco del árbol, se apretó contra aquel pecho duro, aplastó sus senos en él y enredó sus manos en aquel espeso cabello que alguna vez había soñado con acariciar. Con renuencia, él separó sus labios para observarla, como si le diera la opción de escapar. Ella miró su boca; quizás se había vuelto loca, pero quería repetir aquel contacto.
—Hágalo de nuevo, por favor —suplicó sobre sus labios.
—¿Le ha gustado? —La atormentó al preguntarle, pero no le importó responder si con ello continuaba.
—Me ha encantado.
Volvió a besarla y a apretarse contra ella. Esa vez, Becca sintió cierta dureza contra su pelvis. No era una completa ignorante, y apreció lo que jamás había percibido de la anatomía masculina. Su cuerpo, con vida propia, se rozó con él como si fuese una descarada.
La lengua del señor Miller seguía torturándola y llevándola a una cota de excitación que desconocía. Se separó muy alterada.
—¡Dios mío! Esto no está bien.
—Ha dicho que le gustaba.
—¡No sea atrevido!
Debía dar un paso y alejarse, pero, en vez de eso, se lanzó de nuevo a aquella boca pecaminosa que le había hecho perder el sentido común. El señor Miller pasó a otro nivel, entonces. Sintió cómo su mano exploraba en una leve caricia el suave montículo de uno de sus senos, y apretó en el lugar exacto, donde sabía que se erigía su pezón ansioso de atenciones.
Becca notó a Patrick acelerado, sintió cómo le cubría de besos la mandíbula y el cuello, y descendía hasta enterrar la boca en su pecho. No supo cómo, pero él había encontrado el modo de bajar el escote de su vestido y liberar sus senos. Cuando notó la lengua en aquella tierna piel, creyó morir y soltó un hondo jadeo. Él la calmó. Chistó para que no gritara, y luego sopló sobre cada uno de su picos rosados y enhiestos para engullirlos después por turnos como si fuera un hambriento. Desvergonzada, apretó su cabeza contra su pecho.
—¡Ay, Dios mío!
—Di mi nombre —le pidió, pasando a tutearla por primera vez.
—Patrick… Patrick —repitió con jadeos entrecortados. El fuego de su cuerpo era cada vez más elevado.
El señor Miller volvió a apoderarse de su boca y notó cómo sus manos expertas cerraban el escote de su vestido. Cuando por fin se separaron sintió que era otra persona.
—No imaginas cuánto te deseo —dijo él con los ojos chispeantes.
Por un segundo no supo qué decir, le avergonzó su comportamiento y su propio deseo de él, de más.
—Esto no está bien, pueden descubrirnos... somos amigos.
No dejó que él replicara, que le dijera una palabra más que nublara su pensamiento. Salió corriendo hacia la casa. Dio casi una vuelta y así dejó que reposara su alterado corazón. Al entrar en la salita azul, Emily tocaba una pieza al piano. Se sentó junto a Rose y contempló la escena como si en su pecho no tuviera lugar una batalla de emociones.
Los caballeros y el señor Miller se sumaron a los pocos minutos y rezó todas las oraciones que sabía para que nadie descubriera qué había pasado entre ellos dos.

Un mes para seducir a una damaDiane Howards


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7 comentarios:

  1. Hola preciosa!
    No he leído el libro pero si que me gusta el beso que has puesto, pinta bien.

    ❀ Fantasy Violet ❀
    Besotes! 💋💋

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  2. hola,
    bonito fragmento para empezar el fin de semana. No he leído este libro, pero caera jejej
    Besotesssssssss
    #yomequedoencasa

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  3. Adoro este tipo de libros y con semejante escena me dan ganas de correr a leerlo.

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  4. ¡Hola corazón!
    No he leído el libro pero el fragmento es precioso.
    ❀ la guarida de los amantes ❀
    Besotes! 💋💋

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  5. Hola ^^

    Apuntado me lo llevo jeje el caso es que me aperece algo de romance histórico que todo lo que leo últimamente es fantasía o contemporánea xD

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