-Puedes confiar en mí. Lo
sabes, ¿verdad?
Apoyó los codos en las
rodillas, sujetándose la cabeza entre las manos, y se presionó las sienes. Su
malestar era obvio.
-Es que… no sabría por
dónde empezar.
-Empieza por donde te
apetezca, no te agobies.
-Ya estoy agobiado y aún ni
he empezado –habló muy bajito, como para sí mismo. Entonces pude ver en sus
labios la fina curva de una sonrisa infeliz.
Él me había ayudado en el
pasado estando a mi lado y era el momento de devolvérsela, así que puse mi
palma sobre su espalda y la froté para que se tranquilizara. Lo que le ocurría
no podía ser tan malo. Se tensó un momento; su cuerpo quedó totalmente
paralizado por mi contacto, pero yo ignoré esa reacción y seguí acariciándole
la espalda, quería transmitirle tranquilidad.
De pronto se incorporó dándome
un susto de muerte, cogió mi cara entre sus manos y, mirándome a los ojos me
besó. Fue un beso tierno, cargado de dudas y miedo. Un beso suave y cálido. Un
beso dulce y sencillo. Un simple roce de labios. No había desesperación en
aquel beso, tampoco connotaciones sexuales. Sus labios ejercieron una mínima
presión sobre los míos y… duró un instante. Al retirarse me observó. Había
timidez en su mirada, también preocupación y… algo más. ¿Una pregunta
implícita?, ¿miedo a un rechazo?, ¿remordimientos? No lo analicé mucho, no
pensé demasiado en las consecuencias, no me importó que fuera hermano de quien
era. Solo sé que todos mis sentidos reaccionaron a ese beso de una forma
irracional y cada una de mis células despertó de su estado de letargo.
Entonces me descubrí a mí
misma desando que aquel beso hubiera durado más. Le conocía de siempre, lo sé. Lo
consideraba mi amigo, también lo sé. Pero era guapísimo y eso complicaba mucho
las cosas. Además, lo que nunca, jamás, hubiera imaginado, es que ese roce de labios
me provocaría mariposas en el estómago. De manera que, sin pensarlo dos veces,
me apreté contra él y le besé. Quería volver a experimentar esa maravillosa
sensación.
El respondió a mi beso y lo
hicimos más profundo. Entreabrimos nuestros labios y rozamos nuestras lenguas;
al principio tímidamente, permitiendo que se conocieran, después con más
confianza. Exploramos nuestras bocas y nos mordimos los labios apasionadamente.
Acariciamos nuestros cuerpos, aumentando el calor del momento, y descubrimos la
excitación que nos provocaba tocarnos.
La razón eres tú – Analí Sangar
Hola! No conozco este libro pero el fragmento que nos traes en este besos de libro me ha gustado mucho. Lo buscaré a ver.
ResponderEliminarBesos!
Hola guapa!
ResponderEliminarPrecioso beso! me dan ganas de leer el libro.
Besotes!
Me gusta el quote aunque no conocía el libro :D
ResponderEliminarbesos!!
¡Hellouuuu! Me ha gustado mucho esta parte en concreto y además no conocía el libro así que me pongo a investigas un poco para ver que tal jejejeje ;)
ResponderEliminarMuy buena entradaa!!
Un beso y nos leemos <33
¡Hola!
ResponderEliminarComo siempre, una entrada genial. Obviamente anotado para buscar más información sobre el libro, ya que no lo conocía. :P
Un saludo y ¡nos leemos!