Jimena rodeó el cuello del
conde con los brazos para sostenerse, apretando su cuerpo joven contra cada
protuberancia y sintiendo que un calor abrasador comenzaba a deshacerle las
entrañas ante aquella dulce humedad que mordisqueaba sus labios.
Fue cuando él decidió que
la delicadeza se había acabado, con un gruñido encendido, cercó su cintura y la
mantuvo inmóvil, pidiendo paso con una profunda embestida de su lengua.
Los ojos de Jimena se
abrieron desmesurados por la sorpresa, instantes antes de que un lánguido
gemido se le escapara. Tenía la espalda arqueada y los pechos comprimidos, no
había ni una sola porción de piel que no estuviera pegada al cuerpo de su
prometido. Aquello no era un beso, era un acoso y derribo en toda regla. Un
asedio sin paliativos por el que perdió sus temores, su confusión y parte de su
alma.
Un desconocido instinto
despertó para decirle que podía dejarse llevar por él. Abrió la boca lentamente,
acogiendo en su interior la exquisita rugosidad de aquella lengua y moviendo la
suya con timidez.
El hombre pareció muy
complacido por aquella reacción. La apretó con más fuerza. Quería prolongar en
instante hasta el infinito, pero el sentido común de Jimena regresó de golpe.
No tuvo dificultad en
apartarle para poder recuperar un ritmo adecuado de respiración. Aturdida,
desconcertada y demasiado consternada como para comprender lo que acababa de
sucederle, se tocó los labios, como si así pudiera borrar todo rastro de aquel
beso.
-¿Qué habéis hecho?
–exclamó, a un paso de echarse a llorar por su debilidad.
-Sosiégate. –El conde apoyó
una mano en su mejilla, creyendo que los escalofríos se debían al miedo-. No
pretendía asustarte.
-Entonces, ¿qué pretendíais?
-Exactamente lo que he
conseguido. –Deslizó la boca hasta su oído. Jimena escuchó su respiración
agitada y espesa-. Ahora sé, sin ninguna duda, que no te desagrado. Jimena, mi
preciosa Jimena… Cuánto he ansiado tenerte así, dulce y dispuesta –musitó,
tomando su rostro para obligarla a mirarle-. A partir de este momento, nada un
nadie logrará separarnos.
Rozó de nuevo sus labios,
pero ella se apartó. Si no lo hacía, el cuerpo la traicionaría, y la mente… ¿En qué andaba su mente para
permitirle actuar de ese modo? ¡Tenía que decir algo que rompiera el hechizo!
¡Rápido!
-Vuestra barba. Es muy áspera.
-Eso tiene fácil arreglo.
No. aquella no había sido
la frase más adecuada. Jimena inclinó la cabeza y retrocedió.
-Pero haréis pensado que
soy una…
-Una mujer. Sin más adornos
–la interrumpió él, con un susurro lleno de intensidad-. Mía.
-Vuestro comportamiento ha
sido inapropiado –le regañó, con tan poca convicción que provocó una
carcajada-. Me habéis arrancado un… beso.
-¡¡Martín!!! ¡Don Hernán y
sus hermanos nos esperan! ¿Se puede saber que estás haciendo ahí arriba?
El sueño en el que Jimena
había estado flotando desapareció, para estamparla contra el suelo de la
realidad al escuchar aquella voz. Demasiado confundida y perpleja como para
reaccionar adecuadamente, miró hacia el patio de armas para ver a un hombre que
hacia señas al que había creído su prometido.
-¿Martín? –preguntó-.
¡¿Martín?!
El respondió con una leve
inclinación de cabeza. Le vio alejarse para acudir a la llamada, pero todavía
pudo escuchar con claridad sus últimas palabras.
-Me propongo arrancarte
mucho más que un beso, niña. Tenlo presente.
Tiempo de promesas – Elena Garquin
Hola! Quiero leer este libro en unos meses y ya por fin estrenarme con esta autora que tanto me llama. Este besos de libro me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos!
Y menudo beso, jajajaja!! Mil gracias guapísima!!!
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarMadre mía...si ya tenía ganas de este libro, con este fragmento me has dejado con unas ganas enormes!! Jajaja. Que buen fragmento...me encanta!! 😍
Un saludo!!
Hola!! Me encantó la pluma de la autora!!
ResponderEliminarBesitos :D
Con esta escena me meaba jajaja y ella pensando ¿como que Martin? xD
ResponderEliminarNo conocía el libro, gracias por la escena :P
ResponderEliminarUn abrazo =)
Hola guapa!
ResponderEliminarFantástico beso, aunque en esta ocasión no he leído el libro, pero pinta genial.
Besotes!