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viernes, 22 de mayo de 2015

Besos de libro #59 Contra la fuerza del viento (II)



—Supongo que tiene razón: los cerebros maquiavélicos funcionan de una manera bastante parecida. Lo cual me recuerda que todavía nos queda por aclarar una cuestión…
Mientras hablaba la señorita Stirling se había apartado de la pared, acortando poco a poco la distancia que la separaba de Lionel. A él se le abrieron mucho los ojos cuando se encontró de repente con sus manos apoyadas en las solapas de su chaqueta.
—Ah… —consiguió articular sin poder dejar de mirarla—. Me imagino que se referirá a cierto asunto relacionado con un piano. Es mucho más rencorosa de lo que pensaba…
—No puede pretender que me olvide así como así de lo que ocurrió. ¿Realmente no piensa reconocer que se comportó de una manera completamente inadecuada conmigo?
—Yo diría que es lo más adecuado que he hecho en la vida. Aunque no lo crea, aún sigo paladeando el sabor de ese beso. Es mi mayor conquista hasta la fecha.
—Siempre tan obsesionado con saquear tesoros que no le pertenecen —suspiró la señorita Stirling mientras sus dedos ascendían con deliberada calma por las solapas. Él tragó saliva cuando la joven enlazó los brazos alrededor de su cuello—. Creo que no entiende qué me molestó realmente de ese beso —prosiguió en un susurro cargado de intimidad—. Le advertí en Irlanda que no me gusta pelearme por lo que los demás codician sino reclamarlo como mío. Porque yo tampoco estoy hecha para recibir… sino para saquear.
Cuando quiso darse cuenta lo había atraído hacia sí para sellar sus labios con otro beso que le arrebató el escaso aliento que quedaba en sus pulmones. Lionel se tambaleó contra su cuerpo, demasiado perplejo para reaccionar. Las manos de la señorita Stirling se posaron a ambos lados de su cuello para asegurarse de que no se alejaba, aunque él no lo habría hecho ni aunque le fuera la vida en ello. La sangre parecía incendiársele más en las venas con cada movimiento de aquella boca en la que se estaba hundiendo, y que le besaba de una manera completamente desconocida, más lenta y más profunda que nada que hubiera experimentado antes. Era un beso capaz de hacer que le temblaran las piernas, que recorría su cuerpo como un cosquilleo hasta las puntas de los pies. ¿Cómo era posible que aquello le pareciera lo más erótico que había vivido en toda su vida?
«Maldita», pensó Lionel casi con rabia, agarrándola bruscamente por las caderas para apretarla contra su cuerpo. Había olvidado dónde se encontraban, había olvidado la tormenta que sacudía Nueva Orleans y los huesos de los Vandeleur que descansaban a unos metros de distancia y hasta a los amigos que estaban esperándole. Cuando la joven por fin se apartó un poco, y los dos abrieron los ojos a la vez, Lionel se sorprendió del reflejo que le devolvían sus iris: el rostro de un hombre consumido por un hambre voraz.
—No entiendo cómo ha podido hacerlo —logró susurrar contra su boca—. No entiendo cómo ha conseguido que la desee tanto desde el mismo instante en que nos conocimos.
La señorita Stirling dejó escapar una suave carcajada parecida a un ronroneo que solo logró provocarle más. Lionel no entendía cómo era capaz de resistir la tentación de subirla al altar adosado a la pared del panteón para hacerla suya de una condenada vez.
—¿Tan cegado puede estar un hombre por la lujuria? ¿Qué hay de lo que le hice en el Valle de las Reinas? ¿Qué hay de Carmilla, de la princesa Meresamenti, del espejo que le robé?
—Me dan exactamente igual —le aseguró Lionel a media voz—. Ninguna de sus maldades hará que deje de estar hambriento de usted. Por retorcida que sea, por mucho que disfrute haciéndome sufrir…, la deseo más de lo que nunca he deseado a una mujer.
Desesperado, se agachó para capturar de nuevo la boca de la señorita Stirling, pero ella se apartó antes de que lo hiciera. Sus oscuros ojos relucían divertidos.
—Eso es exactamente lo que pretendía hacerle decir —susurró dando un paso atrás.
Lionel, confundido, abrió la boca para preguntarle de qué hablaba, pero lo adivinó en cuanto la señorita Stirling volvió a apoyarse en la pared con una sonrisa triunfante.
—Resulta fascinante presenciar cómo pierde el control alguien como usted. Parece que este libro abierto aún cuenta con capítulos capaces de sorprenderle, señor Lennox…
—¿Qué diablos está diciendo? —Lionel la observaba con la respiración aún alterada—. ¿Ahora resulta que esto no era más que un juego para usted?
—Oh, vamos, no se lo tome tan a la tremenda. Simplemente quería demostrarle que no me conoce tanto como creía, pero será mejor dejar esta conversación para más adelante. Deberíamos aprovechar que la tormenta ha amainado para marcharnos de aquí.
Dicho esto, la señorita Stirling se puso de nuevo el sombrero, recogió la sombrilla y estaba a punto de abandonar el panteón cuando se dio cuenta de que Lionel no parecía dispuesto a seguirla. Al volverse observó que ni siquiera se había movido.
—No juegues conmigo, Stirling —le advirtió en un susurro—. Sírvete de tus encantos cuanto quieras con los demás hombres, pero a mí no trates de manejarme a tu antojo. No pienso ser el pelele de una mujer que un día me da una de cal y al siguiente una de arena.
—Por favor, eso ha sonado realmente melodramático —se rió la joven—. Pero puedes estar tranquilo; en este beso había tanto sentimiento como en el que tú me robaste a mí.
Hubo un momento de silencio, y después Lionel dijo:
—No sabes lo que daría a cambio de que eso fuera cierto.
Contra la fuerza del viento Victoria Álvarez

8 comentarios:

  1. Me sorprendió mucho este libro y la verdad es que me encanta esta pareja <3

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  2. Hola Neftis me ha parecido maravilloso, estoy deseando leer estos libros, gracias por compartir.

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  3. Hola guapaaaaa!!

    Aún no lo he leído, ¡maldita sea!, jajajaja. Caerá, pero... no sé cuando. Jo, es que tengo tanto por leer, hay tantas novedades... ¡y todas me apetecen mucho! XD

    Un besote!!

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  4. Si que te gustan estos dos, sí... y yo todavía sin leer los libros. No tengo perdón, llevo un montón de tiempo diciéndolo.

    A ver si de este verano no pasa.

    ¡Mua!

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  5. un buen besote y un libro que tengo pendiente
    un beesito

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  6. Sabes? No me gustó nada este libro, y de hecho creo que no conozco a nadie más que no le gustara... pero el fragmento es precioso
    Besos

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  7. Tengo ganas de leer ese libro. Gracias por el fragmento :)
    Un beso!

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  8. Hola! Esta novela tiene muy buena pinta, y no solo por el beso jeje

    Un besazo!! ^^

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