- Mentirosa. -Susurró la
palabra, con voz grave y resonante en el pesado aire matinal. Tiró del mechón
de cabello, atrayéndola hacia él hasta que ambos quedaron a escasos centímetros
el uno del otro.
Juliana abrió la boca para
coger aire, atrayendo su atención.
Y cuando Simon vio aquellos
labios embriagadores ligeramente abiertos, reclamándolo, no pudo resistirse. Ni
siquiera lo intentó.
Sabe como la primavera.
El pensamiento estalló
dentro de él al rozar los labios de Juliana con los suyos, levantar las manos
para acoger con ellas sus mejillas, ladearle ligeramente la cabeza para acceder
mejor a ella. Tuvo la sensación de que susurraba su nombre… un sonido terso,
susurrante e increíblemente embriagador. La atrajo más hacia él, presionándola
con su cuerpo. Ella no opuso resistencia, se contoneaba pegada a él como si
supiera lo que deseaba antes incluso que él.
Y tal vez lo sabía.
Simon le recorrió el
carnoso labio inferior con la lengua, y cuando la oyó jadear, no esperó más:
volvió a tomar su boca, a jugar con su lengua, a no pensar en nada más que no
fuera ella. Y entonces ella le devolvió el beso, reproduciendo sus movimientos,
y Simon se dejó llevar por la sensación. Las manos de Juliana recorrieron sus
brazos con tortuosa lentitud hasta que finalmente alcanzaron su cuello, sus
dedos juguetearon con su cabello, la suavidad de sus labios y los
enloquecedores, maravillosos sonidos que brotaban de su garganta cuando él la
reclamaba.
Y era una reclamación
primitiva y perversa.
Juliana se pegó más a él, y
al notar el volumen de sus pechos presionándole la parte superior del suyo,
sintió una oleada de placer. La besó con más ímpetu y deslizó las manos por su
espalda para acercar su cuerpo a donde más la deseaba. Los pantalones de montar
le permitían una movilidad que las faldas le hubieran negado, y le recorrió con
la palma de la mano su largo y glorioso muslo, levantándole la pierna hasta acunar
su palpitante extremidad en su cálido núcleo.
Simon interrumpió el beso
con un suave gruñido y Juliana se meció pegada a su cuerpo con un ritmo que
inflamó su deseo.
- Es una hechicera. -En
aquel momento no era más que un joven inocente intentando descubrir por primera
vez qué se esconde bajo una falda, el deseo, la excitación y algo mucho más
básico, que colisionaba en su interior en un tumulto de sensaciones.
Deseaba que se tendiera
completamente desnuda allí mismo, en el sendero de tierras en el centro de Hyde
Park, sin importarle que alguien pudiera verlos.
Cogió el suave lóbulo de su
oreja entre los dientes, tanteando la tierna carne que lo conformaba, hasta que
ella gritó alto y claro:
- ¡Simon!
Once escándalos para enamorar a un duque – Sarah MacLean
Hola! Estos libros también los quería leer pero de momento me ha sido imposible. El fragmento me ha gustado mucho, me dan más ganas de leerlo, jejeje.
ResponderEliminarBesos!
Admito que no es mi libro favorito de esta serie (para mi, como el primero, el de Nueve reglas..., ninguno!) pero tiene algo especial esta autora que hace que te enganches a sus páginas y no puedas soltarlas hasta finalizar el libro.
ResponderEliminarBesos !
Hola!!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el fragmento que nos compartiste así que me llevo anotado el libro a ver si me animo a leerlo. Saludos.
Hola guapa!
ResponderEliminarMe gusta mucho el beso que has puesto, la verdad que no he leído nada de esta autora pero le tengo ganas. Besotes
Tengo que leer éste libro, lo tengo pendiente hace mucho y la escena me ha encantado.
ResponderEliminarBesos!
¡Hola!
ResponderEliminarTengo este libro pendiente desde hace tiempo y con ese fragmento me han dado ganas de ponerme ya con él.
un beso^^
Hace poco lei la reseña del libro y, por lo que veo, no defrauda respecto al romanticismo. Besos!!
ResponderEliminarUn cachito de novela que me ha gustado
ResponderEliminarHola Neftis otro beso, sí va a tener razón Neus estás muy besucona últimamente será el efecto Ash :) pues está bien este beso con sabor a primavera, gracias por compartir.
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