Aria se estremeció al contemplar
a otro Max, el chico del retrato, vulnerable y más triste de lo que alguna vez
había visto al quarterback. Clavó sus ojos en él y, tal y como le había
sucedido en su dormitorio, no pudo evitar alzar la mano y recorrer con la punta
de los dedos la línea de su mandíbula.
Max se quedó muy quieto,
tratando por todos los medios de mantener el control, mientras Aria trazaba el
contorno de su rostro. Si bien, cuando delineó la curva de sus labios fue
incapaz de continuar al margen. La deseaba de una forma en la que no había
deseado a otra chica antes. Ella no necesitaba más que estar allí, frente a él,
para despertar en su interior un ansia que le era imposible manejar. Ni
siquiera tenía que coquetear o insinuarse para que él se consumiera imaginando
que la hacía suya.
—Aria. —El nombre abandonó
su boca con la suavidad de un suspiro.
Enlazó los dedos en torno a
su muñeca y tiró de ella con delicadeza, esperando una señal de resistencia que
no llegó, y aquello fue todo cuanto necesitó para ceder a su necesidad. Aferró
su cara entre las manos y la besó. Gimió cuando sus labios se entreabrieron
para darle paso a su lengua y recorrió sin descanso cada rincón de su boca. Su
sabor lo inundó hasta que fue lo único que se permitió sentir. Era deliciosa y
cálida, y no quería dejar de besarla nunca. Max sujetaba su rostro, mientras
que las manos de Aria se aferraban a la tela de su camiseta, formando dos puños
apretados. Al margen de sus bocas, ese era todo el contacto que existía entre
ellos y, sin embargo, nunca se había excitado tanto con una chica.
Aria se pegó más a él y a
Max se le escapó un gruñido ronco cuando sus caderas se rozaron. La cabeza
empezó a darle vueltas. La imaginó en su cama, tendida sobre el edredón blanco
y con la melena rubia desordenada sobre su almohada, impregnándola con su olor.
Se colocaría sobre ella, presionaría su erección en el punto justo y ella
gemiría, pediría más, y él le daría todo cuanto deseara.
Una de las manos de Max se
trasladó espalda abajo, recorrió su columna con lentitud, y Aria no pudo evitar
estremecerse de nuevo. No sabía lo que estaba haciendo. No pensaba. No había
nada que pudiera hacer para resistirse mientras él continuaba lamiendo y
acariciando su boca, haciendo añicos la determinación de mantenerse apartada de
él. Era adictivo y también una locura. Probablemente no debería estar
disfrutando tanto con aquello. Es más, no debería estar disfrutando en
absoluto.
Max tuvo que hacer acopio
de toda su fuerza de voluntad para separarse de ella. Unos segundos más
devorando sus labios y comenzaría a arrancarle la ropa.
Suspiró y buscó sus ojos.
Aria se percató de que esperaba algo, tal vez otra bofetada, pero ella no se
movió.
—Bueno, no ha sido tan
malo, ¿no? —señaló Max, con la respiración aún entrecortada.
Curioso final xD
ResponderEliminarLa verdad que no conozco el libro, pero no tiene ni mala pinta cómo desarrolla este beso tan efusivo.
Saludos.
Hola! Muy buen fragmento!!! Me ha gustado mucho :)
ResponderEliminarFeiz fin de semana!!
Besos!
Momentazos así da gusto leerlos pero claro dan ganas de correr a leer el libro y con tanto como tengo en casa pendiente... jeje
ResponderEliminarBesos =)