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viernes, 22 de septiembre de 2017

Besos de libro #164 Más que un verano (II)



Aria se estremeció al contemplar a otro Max, el chico del retrato, vulnerable y más triste de lo que alguna vez había visto al quarterback. Clavó sus ojos en él y, tal y como le había sucedido en su dormitorio, no pudo evitar alzar la mano y recorrer con la punta de los dedos la línea de su mandíbula.
Max se quedó muy quieto, tratando por todos los medios de mantener el control, mientras Aria trazaba el contorno de su rostro. Si bien, cuando delineó la curva de sus labios fue incapaz de continuar al margen. La deseaba de una forma en la que no había deseado a otra chica antes. Ella no necesitaba más que estar allí, frente a él, para despertar en su interior un ansia que le era imposible manejar. Ni siquiera tenía que coquetear o insinuarse para que él se consumiera imaginando que la hacía suya.
—Aria. —El nombre abandonó su boca con la suavidad de un suspiro.
Enlazó los dedos en torno a su muñeca y tiró de ella con delicadeza, esperando una señal de resistencia que no llegó, y aquello fue todo cuanto necesitó para ceder a su necesidad. Aferró su cara entre las manos y la besó. Gimió cuando sus labios se entreabrieron para darle paso a su lengua y recorrió sin descanso cada rincón de su boca. Su sabor lo inundó hasta que fue lo único que se permitió sentir. Era deliciosa y cálida, y no quería dejar de besarla nunca. Max sujetaba su rostro, mientras que las manos de Aria se aferraban a la tela de su camiseta, formando dos puños apretados. Al margen de sus bocas, ese era todo el contacto que existía entre ellos y, sin embargo, nunca se había excitado tanto con una chica.
Aria se pegó más a él y a Max se le escapó un gruñido ronco cuando sus caderas se rozaron. La cabeza empezó a darle vueltas. La imaginó en su cama, tendida sobre el edredón blanco y con la melena rubia desordenada sobre su almohada, impregnándola con su olor. Se colocaría sobre ella, presionaría su erección en el punto justo y ella gemiría, pediría más, y él le daría todo cuanto deseara.
Una de las manos de Max se trasladó espalda abajo, recorrió su columna con lentitud, y Aria no pudo evitar estremecerse de nuevo. No sabía lo que estaba haciendo. No pensaba. No había nada que pudiera hacer para resistirse mientras él continuaba lamiendo y acariciando su boca, haciendo añicos la determinación de mantenerse apartada de él. Era adictivo y también una locura. Probablemente no debería estar disfrutando tanto con aquello. Es más, no debería estar disfrutando en absoluto.
Max tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para separarse de ella. Unos segundos más devorando sus labios y comenzaría a arrancarle la ropa.
Suspiró y buscó sus ojos. Aria se percató de que esperaba algo, tal vez otra bofetada, pero ella no se movió.
—Bueno, no ha sido tan malo, ¿no? —señaló Max, con la respiración aún entrecortada.


Más que un veranoVictoria Vílchez

3 comentarios:

  1. Curioso final xD

    La verdad que no conozco el libro, pero no tiene ni mala pinta cómo desarrolla este beso tan efusivo.

    Saludos.

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  2. Hola! Muy buen fragmento!!! Me ha gustado mucho :)
    Feiz fin de semana!!
    Besos!

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  3. Momentazos así da gusto leerlos pero claro dan ganas de correr a leer el libro y con tanto como tengo en casa pendiente... jeje

    Besos =)

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