-Ignoraba que estuvieras
interesada en mis devaneos, pero te lo mostraré para que salgas de dudas.
Había más fuego en los ojos
de Martín que en las profundidades del Averno cuando se abalanzó sobre Jimena
sin ninguna consideración. La empotró contra la fría pared de piedra y redujo
sus intentos de defensa apresándole las muñecas a ambos lados de su cabeza.
Se adueñó de su boca con
una fuerza brutalmente posesiva, pero no le importó. Deseaba dar salida al
suplicio padecido en todas aquellas jornadas por no poder expresar su
preocupación. ¡Maldito fuera el diablo! Había procurado por todos los medios
mantenerse alejado, y ahora ella hacia añicos su autocontrol mostrando el
alcance de su deseo por él.
El propósito de Martín era
conseguir que lo odiara con toda el alma. Esperaba que le mordiera, que le
pateara. Que se debatiera con furia. Que luchara. Solo asi podría parar lo que
había comenzado. Pero Jimena relajó los brazos bajo sus manos y abandonó la
tensión bajo el calor de su piel. Abrió la boca para incitarle con la lengua y
provocarle con los labios. Para exhalar un gemido desesperado que le hizo
abandonar los restos de buen juicio que le quedaban. Liberó las muñecas para
engancharse a su cuello con desesperación y adelantó las caderas.
En ese punto exacto, el
mundo entero desapareció. Martín decidió que nada más importaba, salvo el
contacto salvaje con Jimena. La sujetó por la nuca con una mano sin abandonar
su boca, mientras con la otra rebuscaba bajo la camisa empapada la piel fría y húmeda
de uno de sus pechos. Era esponjoso y tierno hasta lo impensable. La sintió
temblar oír el contacto. Oyó un jadeo entrecortado cuando la aspereza de las
yemas consiguió endurecer aquel delicioso pezón.
Y su sentido común regresó.
Si seguía, terminaría
tomándola allí mismo, sobre el suelo duro de una cueva. Intentando saciar la
necesidad que nunca vería colmada, por una mujer que no debía ser para él.
Apoyó la frente en la de
ella, con la respiración totalmente descontrolada y un fuego verde en sus ojos
que la dejó pegada a la pared, tan insatisfecha y excitada como él. Con los
labios irritados por los besos, los pechos agitados por la pasión y las
mejillas sonrosadas por la lujuria.
-Eres peligrosa para un
hombre –murmuró, sin poder moverse del sitio.
Tiempo de promesas – Elena Garquin
Hola! Me encanta este fragmento :)
ResponderEliminarBesos!
Que bonito recuerdos me has rememorado, una bonita historia.
ResponderEliminarBesos =)
¡Holaaa! Le tengo mucha curiosidad a este libro desde que leí otro de la autora y me encantó *-* Espero poder leer este pronto porque tiene muy buena pinta ;)
ResponderEliminarMuy buena entrada!
Un beso y nos leemos ❤
Hola!! Me encantó! Espero atenta a los próximos fragmentos!
ResponderEliminarSaludos ^^
Hola preciosa!
ResponderEliminarNo he leído el libro pero el beso me ha encantado.
−Fantasy Violet−
Besotes! ♥
WoW! El beso de hoy es... pa no olvidarlo ;-)
ResponderEliminarUn besin