¿Estarán demasiado borrachos para comunicarse en inglés? Alex se pregunta
vagamente si Henry sabrá algo de español.
—No sé de qué cojones me hablas —dice.
—¿No lo sabes?
—No.
—¿De verdad?
—De verdad.
Henry contorsiona todo el rostro en una mueca de frustración, y sus ojos se
vuelven de nuevo hacia el cielo, como si buscaran un poco de ayuda en un
universo que pasa totalmente de él.
—Dios, mira que eres tosco —se queja, y de improviso agarra a Alex de la
cara con las dos manos y lo besa.
Alex se queda petrificado, intentando asimilar el contacto de los labios de
Henry y de los puños de lana de su abrigo, que le están arañando el mentón. El
mundo entero se difumina en una nube estática, y su cerebro lucha con todas sus
fuerzas por escapar de ella e intenta resolver la ecuación de peleas de
adolescente, tartas nupciales, mensajes a las dos de la madrugada, sin entender
la variable que lo ha traído hasta este momento, salvo que..., en fin, cosa
sorprendente, lo cierto es que le da lo mismo. No le importa en absoluto.
En su mente, y presa del pánico, intenta elaborar una lista, pero solo
llega hasta: «Uno: Henry tiene los labios muy suaves», y ahí sufre un
cortocircuito.
Prueba a devolver el beso, y se ve recompensado por la boca de Henry, que
se desliza y se abre contra la suya, y por la lengua de Henry, que se restriega
contra la suya, lo cual produce una sensación maravillosa. No se parece en nada
al beso que se ha dado antes con Nora, no se parece en nada a ningún beso que se
haya dado con nadie en toda su vida. Este beso es tan firme y tan enorme como
el suelo que tiene bajo los pies, abarca todos los rincones de su ser, es muy
capaz de dejarlo sin una gota de aire en los pulmones. Una mano de Henry se
introduce en su pelo por la nuca y lo aferra en la raíz, y sin querer le
arranca un gemido que rompe el silencio sepulcral, y...
De manera igual de repentina, Henry lo suelta con tanta brusquedad que le
hace dar un traspié. Murmura una palabrota y pide perdón con los ojos muy abiertos,
luego da media vuelta y echa a correr por la nieve. Antes de que él pueda decir
o hacer algo, ya se ha perdido de vista por el recodo.
—Ah... —dice al fin, con voz débil, llevándose una mano a los labios, y
luego agrega—: Mierda.
Rojo, blanco y sangre azul – Casey McQuiston
Bueno, pues tendré que leerlo guiño guiño xD
ResponderEliminarMomentazos que me atrapan sin remedio en una lectura =)
ResponderEliminar¡Ay, ay! Este libro me encantó al igual que este gran extracto.
ResponderEliminar¡Un besazo ^^!
hola,
ResponderEliminarque fragmento mas bonito, me apunto el libro
Besotessssssssss
Hola.
ResponderEliminarNo he leído el libro pero me ha gustado el fragmento.
Nos leemos.
Qué besarramacaco! Tengo que leer este libro, siempre me olvido de que lo tengo pendiente...
ResponderEliminarCapitulo???
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