—Me estás tirando los tejos.
—¿Lo afirmas o es una
pregunta?
—¿Qué ha pasado con aquello
de que nunca te ibas a acostar conmigo?
Sí. ¿Qué había pasado con aquello? Ni siquiera podía recordar por qué lo había dicho. Solo podía sentir sus terminaciones nerviosas
hormigueando de excitación.
Y acostarse con Luc era lo único
que podría
calmarlas.
—He cambiado de opinión.
—Joder, ya era hora.
Luc dejó escapar un gemido antes de apretarla
contra su musculoso cuerpo y devorarle la boca en un beso que convirtió sus huesos en ceniza.
Andrea soltó las llaves y el bolso y le echó los brazos al cuello. No podía pensar, la sangre pulsaba frenética
en sus venas, las manos de Luc en su espalda y su nuca hacían que todo su cuerpo vibrara de placer
y su lengua... Dios, su lengua. Se aferró a él con fuerza, acercándolo más,
intentando absorber la pasión y
el ardor que desprendía
aquel beso.
—Dime que no voy a tener
que irme a la cama después de darme una ducha fría —susurró
Luc contra su boca.
La respuesta de Andrea fue
un beso aún más abrasador. Sus cuerpos se fundieron y
Luc la alzó en
brazos, apoyándola
contra la puerta. Ella gimió al
sentir su erección
justo donde el ansia se hacía más y más fuerte y se frotó contra él, arrancándole jadeos desesperados que inyectaron fuego en sus
venas. Lo necesitaba con un ansia enfermiza, pero sus manos y sus labios no
bastaban para saciar su deseo.
—No podemos hacerlo en mi
casa —jadeó—.
Mi abuela se enterará y
empezará a
canturrear la marcha nupcial cada vez que te vea.
Luc la miró a los ojos con la respiración entrecortada.
—Seremos silenciosos.
—Yo no puedo hacerlo en
silencio.
Otro beso, otro abrazo, y
el deseo aumentaba sin cesar.
—Tampoco podemos hacerlo en
casa de Irene.
—¿En la playa? —propuso
ella mordiéndole el lóbulo
de la oreja.
—¿Con la arena metiéndose
en todas partes?
—Podríamos ir a un hotel...
—Tengo un coche.
Ella le dedicó una sonrisa cargada de lujuria.
—Tienes un coche.
Volvieron a besarse, las
manos de Andrea rodeando el cuello de Luc, las de Luc agarrando el trasero de
Andrea.
—Vamos.
La dejó en el suelo, pero sus labios apenas se
separaron mientras se dirigían
hacia el coche. Cuando llegaron, Andrea empujó a Luc contra la puerta para devorarlo a placer. Él introdujo la mano bajo su falda y le
acarició el
trasero por debajo de las bragas.
—No me refería a hacerlo contra el coche... —gimió, desesperado.
Se montaron en el
todoterreno y, mientras contenían
a duras penas las ansias de arrancarse la ropa, Andrea le indicó cómo llegar a un lugar apartado. Un mirador situado en un
acantilado desde el que podía
observarse el inmenso mar.
A contrarreloj – Laura
Esparza
hola,
ResponderEliminareste libro me lo regalaron el año pasado en mi cumple, y a dia de hoy aun no lo he leido... esta en el enorme monton que estoy intentando bajar... A ver si me pongo las pilas.
Me ha encantado el troz que nos has puesto
besotessssssssssssss
Mola :D
ResponderEliminarEste tipo de entradas me interesa mucho :)
Veo que no has dejado las buenas costumbres. Sigues con tus besos de libro. Un besote.
ResponderEliminarLeí este libro hace tiempo y todavía recuerdo lo mucho que me gustó.
ResponderEliminarUn beso
¡Hola!
ResponderEliminarMe enanta este libro, es genial.
Te espero por mi blog 🤗,
Obsesión por la lectura 📚