—No lo haré si no quieres —murmuro en voz baja, de manera
que Vanessa no pueda oírme—, pero me muero por
besarte.
Las palabras abandonan mis labios sin que sea del todo
consciente de lo que le estoy pidiendo. Durante un breve instante, Lizzy no
contesta. Nuestras miradas se enredan a la par que nuestros alientos, y sus
ojos van descendiendo poco a poco por mi rostro hasta alcanzar mi boca.
—Quiero besarte —repito, y no creo haber dicho nada en
toda mi vida con tanta sinceridad a pesar de lo ridículo que me siento.
Me percato del momento justo en el que toma una decisión porque sus dedos se entrelazan con los míos y se pone de
puntillas. Finalmente, es ella la que me besa. Sus labios tantean los míos con suavidad y cautela, probándome, de una forma
en nada comparable a aquella primera vez en el despacho de Loren. No titubea,
no hay dudas cuando su boca se entreabre para darle paso a mi lengua, y el
pequeño gemido que escapa de su
garganta me hace olvidar por completo donde estamos.
Paso un brazo en torno a su cintura y la estrecho con más fuerza mientras ladeo la cabeza para profundizar en el beso, perdido en
su sabor y en la presión que ejerce su cuerpo
contra el mío, perdido en ella, y, de
repente, vuelven a mí los recuerdos de la
calidez de su piel, el sonido de sus gemidos resuena en mis oídos y tengo que luchar conmigo mismo para no abandonarme esa placentera
sensación. Durante los segundos
siguientes, mientras nos besamos, no necesito recorrer sus curvas con mis manos
ni siento anhelo de su cuerpo más allá de la dulce caricia que supone este beso. Nada más allá de este momento.
Comprenderlo me desconcierta hasta tal punto que me
separo de ella. No soy el único que parece confundido.
—Tengo que irme —farfullo de forma atropellada.
Apenas si me detengo a escuchar su respuesta. Me encamino
con decisión hacia la puerta que da
acceso a la sala donde nos cambiamos los empleados, maldiciendo para mis
adentros sin tener ni idea de por qué.
«Lizzy solo es una chica y eso no ha sido más que un beso, uno de tantos», me digo, todavía aturdido.
Sin embargo, es en ese simple beso en lo único que pienso mientras me desnudo rato después frente a un buen número de mujeres y, en esta ocasión, me olvido
incluso de lo poco que me gusta mi trabajo.
Puede que mi cuerpo esté sobre el escenario, pero mi
mente se encuentra unos pocos pasos más allá, entre el público… con Lizzy Lodge.
Hasta que te rindas
– Victoria Vílchez
Estas escenas son las que me hacen leer sin parar en busca de más momentos así.
ResponderEliminarBesos =)
HOla preciosa!
ResponderEliminarMe encanta el beso, no he leído todavía a esta autora y le tengo bastante ganas a sus libros.
−Fantasy Violet−
Besotes! ♥
hola,
ResponderEliminarno he leido este libro pero la escena es muy bonita, me lo apunto
Besotesssssssss
Holaa, qué buena escena, de veras que escoges escenas muy geniales, y bueno, a Victoria la tengo bien apuntada, a ver con cual de todos me animo :D
ResponderEliminar¡Beesitos! :3
Muy chulo!
ResponderEliminarMe encanta esta sección y, tienes la virtud, de poner fragmentos de libros que no he leído
ResponderEliminarbesos