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viernes, 28 de septiembre de 2018

Besos de libro #211 13 locuras para enamorarte


—¿Por qué no puedes dejar de hablar?
Jason descendió la mirada hasta esos labios que se movían.
Inspiró hondo, llevándose el aroma de su colonia afrutada.
—Así que, en teoría…
Y entonces la besó. No se paró a plantearse si hacerlo estaba bien o mal, ni si era la peor idea de toda su vida; simplemente lo hizo por impulso, como no hacía nada más, y sintió una extraña satisfacción cuando el silencio, al fin, los envolvió. Los labios de Autumn estaban tensos e inmóviles, pero eran suaves e, incomprensiblemente, él tuvo ganas de hundir la lengua en ellos y separarlos con delicadeza. Se apartó como si quemase en cuanto ese pensamiento lo azotó.
—¿Has perdido la cabeza? —gritó ella.
—Eso parece… —Y lo decía en serio.
Autumn se acarició con la punta de los dedos el labio inferior mientras él se daba la vuelta y proseguía con la incansable búsqueda como si no acabase de besarla.
—¿No piensas decir «lo siento»?
—¿Te ha parecido un beso horrible?
—No, ¡sí!, ¡claro que sí! Pero esa no es la cuestión.
Jason se agachó y miró debajo de una butaca antes de incorporarse. Ella lo siguió cuando entró en el dormitorio que creía que había sido de Miranda, porque el armario que habían dejado, y que ahora estaba lleno de humedades, era blanco con ribetes de color salmón y las paredes estaban pintadas de rosa.
—¿Los besos no significan nada para ti?
—Claro que sí. Significan «silencio».
—Muy gracioso. —Se cruzó de brazos.
Él suspiró hondo y se paró delante de ella.
—¿Qué quieres que te diga? Sí, lo siento. No sé en qué estaba pensando. —Pero, mientras hablaba, sus ojos volvieron a desviarse otra vez hasta esos labios entreabiertos, húmedos y perfectos. ¿Qué le estaba ocurriendo? Sacudió la cabeza.
—Pensarías en mí, al menos —replicó ella.
—¿Cómo dices? —Jason parpadeó confuso.
—Nada. Solo que, si me has besado, es lo lógico.
—Ni siquiera sé a dónde quieres ir a parar…
—Intento aclarar las cosas, evidentemente.
—Pues te aseguro que no lo estás consiguiendo.
—Probemos de nuevo, a ver quién tiene razón.
Antes de que Jason pudiese retomar su camino, Autumn se inclinó hacia él y sus labios se unieron otra vez. Y fue un beso furioso, pero lejos de dejar que se alejase, él sintió la necesidad de retenerla contra su cuerpo y la ropa todavía mojada. Autumn se sorprendió cuando las manos de Jason se posaron en su espalda y su boca se movió sobre la suya, porque justo en ese instante el corazón empezó a latirle a trompicones traicionando su firme intención de dar un paso atrás de inmediato. Por suerte, no le hizo falta hacerlo; antes de que pudiese empezar a asimilar lo que estaba ocurriendo, Jason se apartó e inspiró con fuerza, como si hubiese estado conteniendo la respiración durante el beso. La linterna estaba en el suelo enfocando la pared de enfrente.
—Joder —susurró en medio de la oscuridad.
Ella, en cambio y por primera vez en mucho tiempo, se había quedado sin palabras. Tuvo que hacer un esfuerzo para ignorar las ganas que tenía de volver a besarlo, porque había sido similar al leve estallido que precede en los fuegos artificiales la caída de una lluvia de luces.
Carraspeó antes de hablar.
—Buscabas unas llaves.
—Buscaba… —repitió con la voz ronca y un segundo después sus bocas se unieron por tercera vez consecutiva.
Autumn cerró los ojos cuando sintió su lengua acariciándole el labio inferior, instándola a dejarle entrar, tentándola. Un jadeo agitado escapó de su garganta cuando lo hizo y se coló en la humedad de su boca. Sus besos eran perfectos; lentos pero intensos, firmes pero suaves. Y Autumn se dejó llevar por el placer de sus caricias, confundida y excitada, como si fuese un chico que acababa de conocer en un local de copas tras una interesante conversación y no el que pretendía derribar uno de los lugares que más le importaban del mundo. Recordó algo que había pensado aquella misma mañana: lo agradable que sería hundir los dedos en su pelo rubio y despeinarlo, o verlo al despertar, cuando aún no hubiese tenido tiempo de colocar cada mechón en el lugar adecuado. Así que lo hizo. Alzó la mano y le acarició el cabello húmedo por culpa de la lluvia que caía fuera, sobre la ciudad, aniquilando esa armonía.
—Esto no es normal… —susurró Jason cuando sus labios descendieron por su barbilla hasta encontrar el pulso que latía descontrolado en la garganta. Y tuvo ganas de mordisquear la piel aterciopelada y lamerla de arriba abajo.
Jason no recordaba haber sentido nada igual.
De hecho, tampoco pensaba que fuese a sentirlo nunca, ni mucho menos en ese momento, cuando lo único que había pretendido era conseguir que parase de hablar. Y unos minutos más tarde, ahí estaba, volviéndose completamente loco, deseando bajar la cremallera de ese vestido como no había deseado nada más en toda su vida. Estaba tan excitado que los pantalones le molestaban, algo que ella descubrió en cuanto la empujó contra la pared más cercana y su cuerpo se frotó contra el suyo con un atormentado balanceo, como si estuviesen haciéndolo allí mismo con la ropa puesta.
Le tomó la nuca y la besó con más dureza.

13 locuras para enamorarteAlice Kellen
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5 comentarios:

  1. ¡Hola! =)
    Gracias por la escena, no he leído el libro :P

    Un besito! ^^

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  2. hola,
    que fragmento mas bonito has puesto, este libro me gusto mucho y me gusta recordarlo
    Besotessssssssssssssss

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  3. Hola Neftis, oh que bonita escena! tengo pendiente este libro.

    Gracias por compartirlo

    un beso

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  4. Hola!
    Me encanta esta sección, creo que ya te lo he dicho más veces jeje. Y de este beso he disfrutado el doble porque "13 locuras que regalarte" ha sido mi última lectura.
    Un besín

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  5. Me encantó este libro. Está lleno de escenas tan bonitas como la que nos acabas de dejar. Sin duda recomendadísimo. Toda la saga en realidad.
    Y dí que sí, eso sí es una buena forma de mantener el silencio, hay mejores cosas en las que utilizar los labios.
    Un beso.

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