—¿Por qué me deseas, para empezar? —Me temblaba la voz—. Apenas me conoces.
Se quedó mirándome un momento con los rasgos marcados por la incredulidad.
—Lo que sé es que no hay garantía de que mañana vaya a existir. No hay
promesa de que haya otro día o semana para nosotros. Cuando quieres algo, vas a
por ello. No necesito saber la historia de tu vida para desearte. Y no me
contestes dando la vuelta a lo que te digo. Ya veo cómo se forma la respuesta
en tus bonitos ojos azules. Quiero conocer tu historia. Quiero conocerte,
quiero… oh, qué demonios.
Ren me tomó de la mejilla, y me echó la cabeza hacia atrás con delicadeza
y, sin darme tiempo a respirar, me besó.
No fue un beso lento o seductor.
Poseyó mis labios como si intentara declarar mi cuerpo propiedad suya, y mi
alma, y cada parte de mí. Su boca era exigente, con la cabeza inclinada sobre
mí moviendo los labios, siguiendo con la lengua las comisuras, deseando
separarlas, y yo… me abrí a él. Mis labios se apartaron, y él profirió ese
sonido, aquel gemido animal que lanzó llamaradas sobre mi piel. Ahondó en el
beso, y deslizó la lengua sobre la mía, hasta el paladar. Me poseyó con su
boca, me saboreó y me reclamó.
Cuando alzó la cabeza, respiraba hondo mirándome a los ojos. Yo solo veía
remolinos verdes mientras él pasaba el pulgar por mi labio inferior.
—Nunca… nunca me han besado así —susurré, asombrada por el hormigueo en los
labios.
—Oh, joder, Ivy —gimió, y entonces su boca volvió sobre la mía.
Esta vez exploró con pausa, como si elaborara un mapa de los contornos de
mis labios, y yo… le devolví el beso.
Me apretó la cadera con la mano cuando yo moví la lengua por su labio, y
gimió dentro de mi boca. Deslizó la mano hasta el muslo y luego la metió bajo
el dobladillo del vestido. Esos dedos diestros pasaron sobre la daga, y me
invadió un intenso calor, eclipsando todo pensamiento. No entendí por qué. No
me importaba. Rodeándome el trasero con una mano, me puso de puntillas y ajustó
sus caderas a las mías, y yo le noté contra mi núcleo. Me atravesaron unos
afilados vértices de placer. Rodeé su cuello con mis brazos, y ese beso… Oh,
Dios, alcanzó un nivel nuevo por completo, y lo que dije momentos antes era
cierto. Nadie me había besado con una pasión tan enérgica.
Movió la mano bajo la falda, masajeando la carne, instándome a continuar, y
eso hice. Arqueé la espalda empujando las caderas contra las suyas mientras me
aferraba a él. Dijo algo contra mi boca, entre besos; no conseguí entenderlo,
pero noté un temblor agitando su duro cuerpo. Me perdí en él, rindiéndome a las
sensaciones que creaba en mi interior.
Separándose del beso, apoyó la frente en la mía, pero aún movía la mano a
lo largo de la curva de mi trasero. Su voz sonó pastosa:
—Voy a intentar ser un buen chico contigo.
Cazadora de hadas – Jennifer L. Armentrout
¡Hola! Me encanta esta sección y la escena que has escogido me parece increíble y genial <3
ResponderEliminar¡Un beso!
Eres el mal. Ahora me dan ganas de releer xD
ResponderEliminarLa trilogía me gustó mucho y esta escena me encanta
ResponderEliminarUn beso
hola,
ResponderEliminarque fragmento, yo tengo el libro en casa... a ver si me pongo con el
Besotesssssssssssssssss
Un fragmento genial, ¡gracias por compartirlo!
ResponderEliminarHolaa, qué bueno que te gustara el fragmento, me parece que fue el primero de muchísimos encuentros sexuales que hubo en la historia ._. sí, no es de mis libros favoritos ja, ja.
ResponderEliminar¡Beesos! :3
Buenaas!
ResponderEliminarAiiss este primer libro me encantó, ese hombre me puede <3
Hola!
ResponderEliminarno he leído el libro pero vaya fragmento :O
Besos!