-Sabía que te encontraría con vida pasara lo que pasara –dijo cuando al fin
sus bocas se separaron-. Eres la mujer más valiente y fuerte que he conocido en
mi vida.
Cleo le acarició las mejillas, la mandibula, la garganta, tratando de
convencerse de que aquello era real y no parte de un sueño.
-Tengo que pedirte perdón, Magnus.
Él la dejó en el suelo arenoso y la miró a los ojos.
-¿Por qué?
-Por haberte mentido, por haberte hecho daño… Siento haberte culpado
durante tanto tiempo de todo lo malo que ocurría. Siento no haberme dado cuenta
de lo mucho que te amo desde que te conocí –se enjugó las lágrimas de los
ojos-. Bueno, no exactamente desde que te conocí.
-No –admitió él con una mueca-, aquel no fue nuestro mejor momento.
-Lo pasado, pasado está –Cleo apoyó las manos en su pecho y disfrutó de su
solidez, de la vida que albergaba-. Solo te diré esto: mi corazón y mi alma te
pertenecen a ti y solo a ti –la voz se le quebró-. Perderte ha estado a punto
de destruirme, y jamás quiero volver a sentirme de ese modo.
Magnus se quedó callado, como si lo asustase la verdad y la intensidad de
aquellas palabras.
-Cleo…-musitó.
Ella tiró de su cara para volver a besarlo. Se sentía como si de pronto
hubiera desaparecido el peso abrumador que llevaba a cuestas.
En ese momento solo existían los labios de Magnus, sus besos profundos,
sinceros y perfectos.
Él volvió a levantarla en brazos y la alejó sin esfuerzo de la orilla.
-Te he echado tanto de menos… -musitó con la boca pegada a la de ella, apoyándola
en la pared rocosa para sentir cada curva y cada ángulo de su cuerpo contra el
de él-. Juro que te compensaré por todos mis errores, por todas mis
equivocaciones. Mi hermosa Cleiona… Vuelve a decir lo que acabas de decirme.
Ella contuvo con esfuerzo una sonrisa.
-Creo que ya me oíste antes.
-Dímelo otra vez, por favor –suplicó él con intensidad.
-Te amo, Magnus. Te amo con locura, ahora y siempre –susurró ella, ansiosa
por recuperar el roce de sus labios-. Y te necesito… te necesito aquí, ahora,
conmigo.
Ya había empezado a aflojar los lazos de la blusa de él, ávida por sentir
el roce de su piel.
Magnus volvió a besarla con hambre, con desesperación, y gimió cuando ella
recorrió su pecho con las uñas y le quitó la blusa. Las manos de él comenzaban
a retirar el borde de la falda bordada cuando se quedó inmóvil de pronto y se
separó.
El reinado inmortal – Morgan Rhodes
Buenaas!
ResponderEliminarGracias por el extracto, me has dejado con ganas de saber que pasó después *.*
<3
hola,
ResponderEliminarbonito fragmento... tengo el libro apuntado por los anteriores, a ver si cae
Besotesssssssssssssss
Hola!
ResponderEliminarParece que no empezaron con buen pie y ahora no son capaces de vivir el uno sin la otra.
Besos!
Hola preciosa!
ResponderEliminarNo he leído el libro pero me ha gustado mucho lo que has puesto de él.
❀ Fantasy Violet ❀
Besotes! 💋💋
Wow, me encanta esta sección porque eliges justo un momento muy mágico.
ResponderEliminarUn besín
¡¡¡¿¿Pero como no se va a enamorar Cleo de él??!! Si Magnus el nuestro amor, estamos loquitas por él. Si algún día se lleva a la gran pantalla vamos a empapelar las paredes con su cara.
ResponderEliminarMuchas gracias por recordarme lo maravilloso que es
(y que nunca lo tendremos en la vida real T_T )