—Ni lo penséis —le advirtió el capitán leyéndole la mente.
Ella no lo escuchó. Tomó impulso sobre sus hombros, pero, de algún modo, él se mantuvo firme. Y como no
se hundió en
el agua, el rostro de Wilhelmina descendió sobre el del capitán y sus labios chocaron en un beso involuntario.
Asustada, sorprendida por
lo que acababa de suceder, trató de
escabullirse, pero él la sostuvo y le impidió escapar. Su mirada era inescrutable; su cuerpo emanaba
una fuerza que hizo vibrar el de Wilhelmina.
—Lo siento —se disculpó ella—, no era mi intención, yo no…
No pudo terminar, porque el
capitán
Blackhawk la estrechó
entre sus brazos y la besó.
Al principio fue solo el roce de unos labios, cálidos y suaves contra su boca. Con los ojos abiertos,
Wilhelmina permitió
que él la acariciara como ningún
otro hombre había
hecho jamás.
En el fuerte Charles, el capitán
Aarhus se había
impuesto sobre sus deseos, pero el capitán Blackhawk la tentaba, la invitaba a dejarse llevar.
Wilhelmina cerró
los párpados
y se perdió en
aquel beso. En los labios que se movían sobre los suyos, en las manos que le acariciaban el
cuerpo. Cuando sintió su
lengua tratando de introducirse en su boca, se agitó por la sorpresa y abrió de nuevo los ojos, pero él le mostró el placer que podía sentirse en un beso profundo, ávido y lleno de una pasión que la envolvía por completo.
Se abandonó y se pegó a él tanto como le fue posible. Sus manos le rozaron el
pelo, sus pechos se aplastaron contra el torso del capitán y su sangre vibró acelerada cuando lo acarició como nunca había acariciado a un hombre. Aquel beso
era mágico,
lo más
asombroso que había
experimentado en toda su vida, una verdadera revelación que debería durar para siempre.
Pero no lo hizo. Sin saber
muy bien cómo,
se encontró a
una brazada de distancia. Blackhawk no solo había roto el beso, la había lanzado lejos, bien lejos de él. Y el vacío y la extrañeza que sintió en aquel momento la dejaron temblando,
como si se estuviera bañando
en unas aguas gélidas, y no cálidas
como las del mar Caribe.
Él la miró
como si fuera el ser más
abyecto sobre la faz de la Tierra antes de espetar:
—No volváis a besarme jamás.
Mientras la sorpresa se
tornaba en ira dentro de Wilhelmina, y antes de que tuviera oportunidad de
responder, oyeron la voz de alarma del señor Blackpool.
—¡Tiburón a babor! ¡Tiburón a babor!
¡Piratas! – Laura Esparza
hola,
ResponderEliminareste libro fue una de mis mejores lecturas del año pasado, has elegido una escena maravillosa
besotes
Hola preciosa!
ResponderEliminarNo he leído el libro pero si que me encanta el beso, es un libro que no me importaría leer.
−Fantasy Violet−
Besotes! ♥
Me gustó mucho, mucho, muuucho, este libro, jajajaja. Y ahora tengo ganas de volver a leerlo ^^
ResponderEliminarBesinos.