Salió del salón de aquella taberna del siglo XVI reformada, con el ánimo
roto y en busca de aire fresco que sosegara la profunda decepción que sentía.
Ya en la calle vio que era noche cerrada. Respiró profundamente e hizo
esfuerzos por no llorar. Fue hasta la esquina del edificio y se apoyó en la
fachada. Sentía tanta rabia y desilusión…
—¿Imogen?
Miró a su izquierda, hacia el estrecho callejón que había entre la taberna
y otra antigua casa de piedra gris, y vio salir de allí a Liam.
—¿Qué hacías ahí? —preguntó ahogada.
En aquel callejón no había nada ni nadie, apenas llegaba la tenue luz de la
farola que había en la acera. Se separó de la pared y giró para acercarse a él.
—Respirar… y pensar en ti —comentó mostrando por fin sus sentimientos.
—¿En mí? ¿Y qué pensabas? —La voz le tembló y apretó el pequeño bolsito
entre sus manos.
Pero Liam no habló. Se acercó con ímpetu a ella y le agarró la cara con
ambas manos para besarla con fuerza mientras la apoyaba contra el muro del
callejón.
Imogen no podía creer que los labios de Liam estuvieran presionando
ansiosos los suyos, por lo que tardó unos segundos en reaccionar y devolverle
los besos. Y cuando eso ocurrió, se aferró a su espalda y él soltó su cara para
rodearle la cintura. Liam la elevó sutilmente y pegó su torso al tembloroso
cuerpo de Imogen. Cuando se estaban quedando sin aire, Liam la dejó respirar
apartando su cara apenas unos milímetros.
—Creí que te habías ido —gimió ella.
Liam acunó su mejilla con la mano y acarició la piel moteada como si fuera
seda.
—Lo siento.
Volvió a besarla y esta vez Imogen no se contuvo, devolvió cada beso con
pasión aferrándose a él con todas las fuerzas de su cuerpo. Había deseado aquel
momento demasiado, había soñado con eso incluso antes de conocerle. Sentir
aquello por alguien, recibir tanto de alguien. Y ese alguien era Liam y no
podía sentirlo más irreal por real que fuera.
Liam deslizó las manos para aferrarse a sus muslos y levantarla hasta
apoyarla en sus propias caderas. Imogen era una pluma fácil de manejar entre
sus brazos, era ligera y se dejaba llevar. Siguieron besándose mientras daban
vueltas de una punta a otra del callejón hasta que la respiración se hizo
agónica y la oscuridad les atrapó por completo.
—Voy a llamar a un taxi para ir a casa—dijo él jadeante.
—Bien, me parece bien —rió ella.
Saltaré las olas – Elena Castillo Castro
Hola preciosa!
ResponderEliminarNO he leído el libro pero me gusta mucho el beso.
Feliz fin de semana!
−Fantasy Violet−
Besotes! ♥
Buenas!
ResponderEliminarNo he leído el libro, aunque lo tengo desde que salió. Que fragmento más bonito. Quiero leer a Elena. A ver si consigo un hueco.
Un beso!!
¡Hola!
ResponderEliminarTampoco conozco el libro pero como dice "Las hermanastras de Cenicienta" me encanta el fragmento que has puesto^^
¡Un besito!
Tengo pendiente este libro!!! un fragmento precioso.
ResponderEliminarUn beso
hola,
ResponderEliminarbonito fragmento, me llevo apuntado el libro que no lo he leido
Besotessssssssssssssssssss
Hola. No he leído nada de Elena, aunque quiero hacerlo. Y este libro lo tengo pendiente!
ResponderEliminarHolaaa, ohh, de hecho que tengo bastantes ganas de leerlo, a ver si me puedo hacer con él pronto porque se ve muy interesante *-*
ResponderEliminar¡Beesos! :3
Hola! no es un libro que me apeteciera leer pero esta escena está muy bien. Besos!!
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