—Entonces, imaginando, nuestra única esperanza para acabar juntos recaería en mí. Si soy tan valiente como para dar yo el paso —musitó él con los labios pegados a su oído. Spencer asintió contra su mejilla—. Y si lo fuese, valiente, aún tendría que pensar en el mejor modo de llegar hasta ti, si diciéndote lo mucho que me gustas o demostrándotelo.
Ella afirmó de nuevo con un gesto.
—Sí, supongo que dependería de ti —musitó.
Cerró los ojos sin aliento, incapaz de
pensar mientras él deslizaba la nariz por su mejilla.
—El problema es que no soy
muy bueno con las palabras y… tendría que apostar por una demostración —susurró, rozando su boca con la suavidad de un aleteo—: Algo
como esto…
Tomó aire, indeciso por un solo segundo, y
presionó
sus labios. Eran cálidos
y suaves, tiernos. Con exquisita delicadeza, la envolvió con sus brazos y la besó suavemente sin apenas moverse. Se moría por profundizar ese beso y al mismo
tiempo quería
ir despacio. Muy despacio. Le rodeó la cintura con ambas manos, anhelándola con cada célula de su cuerpo. Sus
pechos subían
y bajaban como si fueran uno mientras se respiraban inmóviles.
Temblando, Spencer le rodeó el cuello con los brazos y se pegó a él sin ofrecer ninguna resistencia.
Una maravillosa calidez se extendió por todo su interior, también una sensación desconocida que la hacía desfallecer. Entreabrió los labios y notó su sabor a cerveza y menta, y algo más que solo le pertenecía a él. Dejó escapar un soplo de aire y le devolvió el beso presionando su boca, respirándolo como si lo necesitara para
sobrevivir a ese instante. La intensidad de lo que sentía hizo que brotaran lágrimas de sus ojos.
Abrió la boca y aceptó su lengua, acariciándola, permitiendo que la explorara.
Las sensaciones que reptaban por su piel la obligaban a querer fundirse con él,
pero no había
modo humano de lograrlo con toda aquella ropa puesta. Notó su estómago encogerse cuando Eric clavó los dientes en la carne de su labio
inferior, y después lo succionó
para volver a hundirse dentro de su boca. La vida latió en sus venas, como una especie de
electricidad que chisporroteaba cada vez que sus dedos rozaban una zona
sensible.
Hacía mucho tiempo que quería tener esa sensación, había soñado
con ella. Y era absolutamente perfecta. Rodeó su ancho torso con los brazos y deslizó las manos por su espalda. Notaba sus músculos tensarse y agitarse conforme sus
lenguas se volvían
más atrevidas.
El anhelo era cada vez más fuerte y le dio miedo. Necesitaba a
ese chico y no había
sido consciente de cuánto
hasta ese momento. Pero lo necesitaba entero y completo. Sin sombras del
pasado. Sin fantasmas. Lo quería
todo de él. Deseaba su cuerpo, su pensamiento… su corazón. Todo.
Necesitaba ser lo primero y
único para él. Y no estaba convencida de
serlo.
Necesitaba algo real y
estable por primera vez en su vida. Y no estaba segura de que él quisiera lo
mismo.
Se apartó de golpe y lo miró con los ojos muy abiertos.
Desafiando las normas – María
Martínez
hola,
ResponderEliminarme gustó mucho este libro aunque la pareja que hacen Spencer y Erick no termino de convencerme. Me ha encantado el fragmento
besotessss
Holaaaaaaaaa!
ResponderEliminarHacía mucho que no me pasaba por aquí jejejej
Me gusto mucho esta novela! Aunque en general, me encanta todo lo de la autora. Gracias por fragmento.
Un besito, nos leemos^^