–No estoy ciego. –Se lanzó hacia delante y me agarró los hombros–. Sé qué es exactamente lo que estoy mirando cuando te veo. Sé qué es exactamente lo que eres cuando te toco. Y sé que, pase lo que pase, jamás me harías daño. Y por eso sé que, quienquiera que sea el que está haciendo esto, no eres tú.
Negué con la cabeza.
–No puedes…
Cortó mis palabras cuando me atrajo hasta su
pecho y me levantó de
modo que los dedos de mis pies apenas rozaran el suelo. Abrí mucho los ojos en el ínfimo segundo en que me di cuenta de lo
que iba a hacer, de lo que estaba dispuesto a arriesgar para demostrar que sus
palabras eran ciertas, que sus convicciones estaban bien, que tan solo me
estaba desquiciando. Me aparté hacia atrás, pero era demasiado tarde. No podía escapar de Zayne. Jamás podría.
Me besó.
Mi jadeo de sorpresa quedó capturado por sus labios. Planté las
manos contra su pecho y traté de apartarlo, pero él se aferró y aquello… oh, Dios, aquello no era
ningún
roce inocente de los labios que había terminado antes de empezar.
Aquello era un beso de
verdad.
De los que rompían corazones y después volvían a unirlos. Sus labios se encontraban
sobre los míos,
exigentes y fieros mientras yo mantenía la boca sellada. Un profundo sonido vibró en su pecho mientras me mordisqueaba
el labio inferior. Volví a
jadear mientras el pequeño
mordisco me atravesaba por dentro. Zayne se aprovechó por completo y profundizó el beso. Su lengua se deslizó sobre la mía e inhalé su sabor porque no podía evitarlo, y Zayne estaba por todas
partes, en todos los sentidos, y yo estaba ardiendo.
Cuando finalmente se separó, solté un grito, y no sabía muy bien si era por perderlo o por lo
que sin duda sabía
que pasaría.
Zayne siguió sujetándome los hombros, con la mirada clavada en la mía. Y estaba de pie, no convulsionándose; no cayendo al suelo y convirtiéndose
en algo salido de una pesadilla.
Nos miramos fijamente el
uno al otro, respirando los dos con pesadez.
–¿Estás…? ¿Estás bien?
–Lo estoy. –Una parte de él
sonaba un tanto sorprendida–. Estoy perfectamente bien.
–No lo entiendo –susurré,
mirándolo
a los ojos.
El lateral de sus labios se
elevó.
–Te lo dije, bichito. Te lo
dije, joder.
El corazón comenzó a bailarme en el pecho.
–No tiene sentido. Esto es
imposible. Algo ha…
Zayne volvió a besarme, logrando callarme por
completo y apagar toda parte de mí que no estuviera concentrada en la sensación de sus labios contra los míos. Me quitó el aliento de la forma más maravillosa posible.
Mis pies volvieron a quedar
sobre el suelo y sus manos se deslizaron hasta mis mejillas para inclinar mi
cabeza hacia atrás.
Gemí en
el beso y él movió la
cabeza, profundizándolo
y alargándolo.
Me aferré a sus hombros.
La caricia del infierno – Jennifer L. Armentrout
Me lo salto porque tengo el libro pendiente :P
ResponderEliminarBesooooooos =)
hola
ResponderEliminarque fragmento mas bonito Yo aun no he leido este libro, pero no tardare en hacerlo
Besotessssssssssssss
Me encantó la trilogía, que bonito recordarla =)
ResponderEliminarOhhh jajajajaja estuvo a punto de ganarme, en el primero lo tenía claro pero cuando Zayne se puso las pilas... me encantó ajajajaj
ResponderEliminarNo he leído el libro pero la autora me gusta mucho :D
ResponderEliminarMe llama la atención jaja
Un saludo
Holaa, qué padre que te haya gustado el beso, y gracias por ponerlo, luego del chasco de Cazadora de hadas no he querido nada más de la autora, a ver si algún día me termino de animar :P
ResponderEliminar¡Beesos! :3