—¿Podemos hablar?
Ni un saludo, ni una pregunta. Quería estar con ella sin testigos. Irina le dirigió una mirada extrañada y a Yami una de disculpa.
—Claro. Sígueme.
Oh, sí. Por supuesto que la seguiría.
Caminó un poco por detrás de ella. Desde luego, sus temores eran infundados. Irina gozaba de muy buena salud y con aquel sencillo vestido de flores, que le llegaba por encima de las rodillas, mostraba una figura espectacular. Una chaqueta de punto, anudada a la cintura y los zapatos de tacón añadían el toque de elegancia. Subieron los escalones en silencio, ella expectante, él con los ojos clavados en el contorno de las caderas femeninas. Estaba a punto de estallar cuando llegaron a un despacho no muy grande.
—Pasa —le invitó ella—. Aquí no nos molestarán.
Él entró y estudió la puerta.
—¿Tiene un cerrojo?
Ella volvió a mirarlo un tanto confundida. ¿Qué le pasaba? Se preguntó a la vez que cerraba con llave.
—Compartimos este despacho entre varios profesores. Cerraré, pero es posible que…No pudo terminar. Arnold se movió con una rapidez asombrosa. No fue consciente de lo que ocurría hasta que su boca fue ferozmente devorada por la de él. Un beso que asaltó y conmovió todos sus sentidos.
Tenía a Arnold por una persona sensata y controlada, sin embargo, el hombre que la besaba no encajaba para nada en esa imagen, lo que confirmaba que el señor Arnold Swartz era mucho más de lo que dejaba ver. Por el momento, no pondría pegas a lo que hacía. Le había echado mucho de menos, incluso había pensado que no iba a volver, así que saborearía cada minuto, ya habría tiempo de hablar si antes no la desintegraba porque la estrujaba contra él como si temiera que se desvaneciese.
Las manos de Arnold vagaron por su espalda, subieron hasta enterrarse en su cabello. Sujetó su cabeza mientras los pulgares acariciaban los pómulos sonrojados. El beso continuó hasta que creyó que se desmayaría por la falta de oxígeno. Por fin, aquellos labios firmes y torturadores liberaron su boca al deslizarse hacia la mejilla y el cuello, en un intento por recuperar la respiración.
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viernes, 11 de septiembre de 2015
Besos de libro #73 El palacio de invierno (II)
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viernes, 21 de agosto de 2015
Besos de libro #70 El palacio de invierno (I)
Arnold la vio cerrar los ojos y se temió que no fuera a perdonarle nunca aquella acusación. Consideró la posibilidad de continuar el recorrido de su cuerpo, no obstante, optó por dejar las manos donde las tenía. Solo su dedo pulgar acarició la mandíbula mientras le preguntaba si se encontraba bien. Percibía un ligero temblor en sus labios entreabiertos, que le atraían como un imán. Al final, sucumbió a aquel deseo incontrolable que lo consumía desde tiempos inmemoriales, multiplicado por cien desde que había vuelto a verla.
Apoyó su boca sobre la de ella con la única intención de comprobar si era tan suave como parecía. Una ligera presión, nada más y se retiraría. El propósito resultó fallido en cuanto sintió el calor y la humedad que desprendía. Quería un poco más, así que volvió a probarla, esa vez deslizándola por la piel sonrosada. Un segundo más y la dejaría ir. Se engañaba a sí mismo y lo sabía. No podía parar. La rodeó por la cintura con el brazo libre y redujo el mínimo espacio que los separaba. La lengua entró en el juego. También quería probar su sabor. Y todo explotó.
El cuerpo de Irina se puso en movimiento. Los brazos le rodearon el cuello y sus manos se apoyaron en la nuca. Un montón de sensaciones estallaban aquí y allá. Sus labios devoraron los de ella que se dejó invadir sin reparo.
Ella creyó desmayarse cuando los labios de Arnold se posaron sobre los suyos. Volvió a cerrar los ojos, esa vez para atesorar cada beso, cada roce y se dejó llevar. Estaba pegada al cuerpo del hombre objeto de sus sueños y él se mostraba encantado.
El sonido de la puerta principal al abrirse y volverse a cerrar les devolvió a la realidad. Una realidad para la que no estaban preparados. Se vivía mucho mejor en el mundo de los sentidos y los sueños.
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miércoles, 12 de agosto de 2015
El palacio de invierno - Menchu Garcerán
Sinopsis
Cuando Mijaíl Ivanovich desaparece misteriosamente
solo deja tras de sí dos indicaciones a su hermana Irina: que proteja un
pendrive que contiene información de alto secreto y que contacte con su amigo
Arnold Swartz, un atractivo diplomático británico. Irina, que tiene una
tranquila vida de profesora universitaria en San Petersburgo, acudirá
desesperada en busca de Arnold, por el que se siente atraída desde que era
apenas una adolescente. Y descubrirá, entre otras cosas, que la vida de Arnold
está llena de intrigas, peligros y secretos. A partir de ese momento sus vidas
estarán amenazadas, lo que les obligará a mantenerse más unidos que nunca para
poder encontrar a Mijaíl y esquivar a un poderoso enemigo que haría lo que
hiciera falta por conseguir una información que pone en riesgo la seguridad internacional,
por la que muchos países estarían dispuestos a pagar cualquier precio.
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Este libro me lo compre en la Feria del libro de Madrid aprovechando que la autora, Menchu Garcerán, estaba en la caseta de la editorial Versátil firmando. Ya me había llamado la atención su libro anterior, La huida de Carol, pero no he tenido la ocasión de leerlo aun.
Me fijé en El palacio de invierno porque las tramas de espías, misterios y secretos siempre dan mucho juego y la verdad es que no me he equivocado. Es un libro que se lee prácticamente del tirón porque desde la primera página nos metemos en el asunto sin dar muchos rodeos.
Me lo he leído muy
rápido ya que no lo podía dejar. Me ha gustado sobre todo el personaje de
Arnold, que lo único que no termino de ver es su nombre. Y no hagáis caso del
chico que aparece en la portada del libro porque ese no es Arnold. No, no. Mi
Arnold es este chicuelo de la izquierda. Ponedle unas lentillas para que tenga los ojos negros y decidme si no pega para el personaje.
Cuando me leí el libro estaba en pleno maratón Teen Wolf así que esta cara y este cuerpo tomaron posesión de Arnold en cuanto apareció.
Cuando me leí el libro estaba en pleno maratón Teen Wolf así que esta cara y este cuerpo tomaron posesión de Arnold en cuanto apareció.
A nuestra protagonista, Irina, nos la presenta la autora como una chica tímida y reservada pero poco a poco la vamos conociendo y viendo su evolución. Me gusta como saca las garras y no se deja pisar cuando las circunstancias le pasan por encima.
La historia que va surgiendo entre los dos es intensa y el resultado de una vida de jugar al escondite por las dos partes. Y claro, pasa lo que tiene que pasar. Está narrado en tercera persona por un observador externo, dijéramos, pero dando el punto de vista de los protagonistas alternándolos. No sé si me explico.
El libro no se hace pesado en ningún momento, más bien al contrario. Me he quedado con ganas de más. Es intenso, emocionante, misterioso. Lo que quiere decir que me ha gustado.
El contrapunto lo tengo que poner en decir que he visto alguna que otra errata. No han sido muchas pero estas cosas hay que cuidarlas un poquito.
El palacio de invierno es un libro ambientado en pleno verano en San Petersburgo y yo esperaba encontrar algo de frio y nieve para este maldito calor que va a terminar conmigo pero bueno, la historia me ha hecho evadirme los ratos que cogía el libro.
El palacio de invierno es un libro que le gustara a todo aquel al que le vaya el rollo de espías, que no es más que la excusa para la historia de amor entre los protagonistas, en una ciudad que apetece visitar al terminar la lectura.
¿Lo conocíais?
¿Lo habéis visto? ¿Os
llama la atención?
Contadme
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