Quise decirle que ya era suficiente. Que si no paraba ahora, el beso
pasaría de ser fingido a bien real, pero entonces ladeó la cabeza con la boca
entreabierta, lo justo para que identificara todas y cada una de las señales
enviadas. Me abría la puerta, y yo estaba deseando pasar.
Cuando acoplé mi boca a la suya, los sonidos de fondo casi dejaron de
existir. Cuando me adentré en su interior con cautela, explorando y
profundizando en cada rincón como si fuera avanzando por un camino desconocido,
un montón de fuegos artificiales me estallaron entre las piernas. Cuando mi
lengua acarició la suya, recibí una descarga eléctrica que me hizo perder toda
noción del tiempo y del espacio. Me olvidé del motivo del beso, del moscón que
lo provocó e incluso de la discreción. Solo estábamos nosotros, saboreándonos.
Enroscándonos. Absorbiéndonos. Succionándonos. Conforme la intensidad del beso
crecía, los dedos de Álex se cerraron alrededor de mi cuello con más
determinación, con más seguridad. Sentí cómo mi erección crecía y se endurecía.
Cómo el corazón me palpitaba en las sienes y en las ingles. Cómo pasaba de
sujetar su cara a rodearla entera con los brazos para evitar que se marchara. O
que se apartara mínimamente. O que…
—Está bien, está bien, no hace falta que te la comas delante de mí. Ya te
creo.
La voz del pelirrojo me llegó lejana porque en mi interior se empezaba a
desatar un incendio en toda regla, pero Álex se apartó poco a poco. Con las
mejillas rojas como tomates, los ojos chisporroteando y la respiración
entrecortada.
—Lo siento —murmuró, todavía colgada de mi cuello.
—Yo no. Para nada.
No aparté mis ojos de los suyos. Acababa de hablar con el corazón, y no me
arrepentía. Ni siquiera cuando, por el rabillo del ojo, vi que Mar volvía del
baño.
—Hola —saludó, sentándose a la mesa como si tal cosa—. Mami, ¿ha pasado
algo?
—No —respondió ella, estirando la cabeza para ver más allá de mi espalda
antes de acercarse a mi oreja—. El moscón ya se ha marchado, pero hablaremos de
esto.
Un escalofrío me hizo sentarme para evitar caerme. También para ver cómo la
melena corta se le había alborotado y cómo los pechos le subían y bajaban a un
ritmo demasiado rápido todavía.
Se había excitado. Tanto o más que yo. Y el solo hecho de pensarlo hizo que
volviera a excitarme.
¿Sería capaz de decírmelo? No era que tuviera miedo de un buen diálogo, ni
de una buena discusión. Era que, sencillamente, acababa de dejarme K.O. con un
beso extraordinario al que había respondido con el mismo ímpetu que yo. Lo cual
cambiaría el orden de las cosas.
De momento, era incapaz de articular palabra. Bastante tenía con aparentar
normalidad, cuando lo que quería era salir afuera y aspirar aire fresco
hasta poner mis ideas en orden. Con ella.
Llévame a la luna – Elena Garquin
Hola preciosa!
ResponderEliminarNO he leído el libro pero el beso me gusta mucho, creo que es un libro que me puede gustar.
−Fantasy Violet−
Besotes! ♥
Leí de la autora Tiempo de promesas y Casualmente Valentina y ambos me gustaron mucho así que tomo nota de este porque con semejantes momentos como resistirse.
ResponderEliminarBesos =)
hola,
ResponderEliminarque fragmento mas chulo, no he leido este libro asi que me lo llevo apuntado
Feliz Navidad
Uhhh quiero leerlo jajajaj me ha llamado lo del beso fingiddo que termina no siéndolo xD
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