El hombre que había irrumpido en mi vida como un huracán y me hizo creer en
mis sueños se inclinó poco a poco sobre mí hasta estar tan cerca que el aire
que escapaba de su boca tentaba a la mía.
Sus labios rozaron los míos, casi sin tocarlos.
Cerré los ojos por puro instinto y esperé.
Volví a sentirlo, pero esta vez no fue solo un roce. Sus labios presionaron
los míos mientras acogía mi rostro entre sus manos. Fue dulce y delicado,
tierno y al mismo tiempo devastador.
Me rendí a ese beso y lo devolví. Temblé por dentro. Jamás había sentido
tanta intimidad con otra persona. Ni siquiera cuando estuvimos juntos esa
primera vez. No sabía que podía ser así. Y cuando su lengua rozó la mía, mi
corazón empezó a girar como una noria y supe que nunca más querría besar a otro
chico como lo estaba besando a él.
Un pensamiento saltó de mi mente y cobró vida: seguía queriéndole, y darme
cuenta me asustó.
Me aparté entre jadeos y tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no
abalanzarme sobre él y volver a besarle.
—Creo que esto ha sido un error —musité, con la respiración todavía
agitada.
Él sonrió como si supiera un secreto que yo ignoraba y deslizó el dorso de
su mano por mi mejilla.
—Me encantan las cosas tan bonitas que me dices —comentó, dándome un besito
mucho más casto. Sonreí como una tonta, no pude evitarlo—. Ahora cierra los
ojos y prométeme que no vas a abrirlos hasta que yo te diga. Estamos a punto de
llegar a un sitio y quiero que sea una sorpresa.
Tú y otros desastres naturales – María Martínez
Holaaaaa =)
ResponderEliminarNo he leído el libro <.<
Besitos ^^