—¿Deseas besarme? —susurró sobre su boca.
—Más que respirar —contestó con voz ronca a la vez que la apretaba con más
fuerza contra su cuerpo.
Un jadeo traicionero escapó de sus labios por la vehemencia de Cameron.
—Cuánto anhelo —dijo irónica.
Harto de tanta palabrería e incapaz de retenerse por más tiempo, se lanzó a
sus labios, pero para su desesperación, solo consiguió rozarlos antes de que
ella se retirara hacia atrás.
—Considero esto más que suficiente.
—Ni por asomo. —Con apenas dos pasos la arrinconó contra la esquina de la
ventana—. Quizá lo que temes es que te bese de verdad y te guste demasiado.
—Ya me han besado de verdad durante muchos años y dudo que tus atenciones
superen a las de mi marido.
Cameron apretó los dientes. La envidia que había sentido por el hombre que
se lo dio todo lo hizo sentir ruin, pero ahora fue incapaz de
controlarla.
—Permíteme que lo dude.
La besó. Asaltó su boca como un pirata reclama un botín, con todas las
armas a su alcance y la necesidad de conseguir una rendición. Y ella se vio
sobrepasada por todo el ardor que la invadió. Jamás lo reconocería, pero nunca
la habían besado con aquella urgencia, con aquel ardiente deseo. Arthur había
sido un amante paciente y atento, Cameron era un huracán que arrasaba toda
reticencia y la arrastraba a una pasión hasta entonces desconocida. Respondió a
su beso porque no tenía otra opción, porque la parte racional de su mente quedó
enmudecida por la emocional y por el latir desbocado de su corazón. Cameron no
le daba tregua. La estaba devorando, degustaba hambriento sus labios y barría
con su lengua los jadeos que escapaban de su boca. Estorbaba la ropa, su piel
ardía y solo las manos de Cameron parecían poder aplacar aquel fuego que
amenazaba con consumirla.
Cameron gruñó. Pensó que con un beso tendría suficiente, pero tarde se dio
cuenta de que ansiaba más, todo en realidad. Odió más que nunca aquel feo
vestido que se interponía entre ellos. Odió no tener una cama a su disposición
para llevarla hasta ella, despojarla de todo y acariciar cada centímetro de su
piel. Ansió que ella lo deseara tanto como él porque ahora que había vuelto a
tenerla entre sus brazos no pensaba dejarla escapar.
En la lejanía, Maddison escuchó un sonido constante. Un golpeteo
desagradable que la hizo volver de la bruma del placer. De pronto, comprendió
que llamaban a la puerta. Con todas sus fuerzas, apartó a Cameron, que se
tambaleó por la sorpresa y siguió mirándola como un león a su presa.
Te regalaré pensamientos – Tessa C. Martín
Hola ^^
ResponderEliminarEste lo tengo apuntadísimo jeje a ver que me parece cuando lo lea, porque estoy con uno de la autora que no está siendo lo que esperaba :(
¡Holaaa! =)
ResponderEliminarNo he leído el libro pero gracias por la escena :P
Besiiitos ^^
hola
ResponderEliminarque bonita escena, no he leido el libro pero quizas me anime... ya veremos
besotesssssssssssssss
Es una novela preciosa y has elegido un pasaje muy bonito.
ResponderEliminarBesos!
¡Hola preciosa!
ResponderEliminarNo he leído el libro pero el fragmento pinta genial.
Que tengas un bonito fin de semana.
❀ Fantasy Violet ❀
Besotes! 💋💋
Hola guapa 😘
ResponderEliminarCuanta curiosidad por saber cómo sigue todo y quién llama a la puerta.
Besos 😘
Hola.
ResponderEliminarEl libro no lo he leído pero es un muy buen fragmento que invita a seguir leyendo.
Nos leemos.
Me gusta mucho el fragmento y la ilustración es genial.
ResponderEliminarBesos.