Se puso de puntillas y sentí su aliento cálido contra la mejilla. Me
estremecí antes de sujetarla y mantenerla quieta entre mis brazos, congelados
en ese instante.
—Leah…, ¿qué haces? —susurré en su oreja.
—El beso. Solo… regálame eso.
—Estás borracha.
—Tú también. Un poco.
—No sabes lo que quieres…
—Sí que lo sé. Siempre lo he sabido.
Ella se frotó contra mí, y al sentir una punzada de deseo, pensé que,
joder, había bebido demasiado. Eso y que era un jodido cabrón. Tomé aire con
brusquedad.
—Olvídalo. Es una puta locura.
—Solo es una emoción más, Axel.
—¿Por qué no se lo pides a algún amigo?
—Seguro que nadie besa como tú.
—Seguro… —susurré mirando su boca.
—¿Me estás dando la razón?
Me reí y la hice girar a mi alrededor.
—No, solo soy sincero. Es un hecho.
—Vale, me quedaré eternamente con la duda.
No me gustó cómo sonaba eso, «eternamente» parecía mucho tiempo. Nos
movimos juntos; intenté mantenerme alejado de ella, pero no lo conseguí. Cuando
llegó el estribillo, Leah cerró los ojos dejando que la guiase. No sé si fue
porque los dos habíamos bebido o porque tenerla tan cerca me nublaba la razón,
pero aflojé las riendas y me permití ser yo mismo, el que no pensaba en normas
ni consecuencias, el que solo vivía el presente y nada más.
—Está bien. Solo un beso. Uno.
—¿Lo dices en serio? —me miró.
—Pero mañana no lo recordaremos.
—Claro que no —murmuró.
—Cierra los ojos, Leah.
Respiré hondo y me incliné despacio hacia ella. Fue apenas un roce suave,
pero me calentó por dentro. Dejé aquel beso en la comisura de sus labios y me
aparté mientras Leah fruncía el ceño desilusionada.
—¿Eso es todo? ¿Ya está?
—¿Qué coño esperabas?
—Un beso en condiciones.
—No me jodas —gruñí.
Y luego, un poco frustrado, volví a besarla.
Esa vez de verdad. Nada de un roce, nada de una caricia temblorosa. Acogí
su rostro entre mis manos, sujetándola por las mejillas, y le mordí la boca.
Apresé su labio inferior con los dientes antes de dejarlo resbalar entre los
míos. Leah gimió en respuesta. Un puto gemido que fue directo hasta mi
entrepierna. Alejé la excitación cerrando los ojos. Ella sabía a lima y a
azúcar y, en medio de aquella locura, decidí que hundir la lengua en su boca
era una idea cojonuda. Algo se agitó en mi estómago al rozar la suya, al ser
consciente de que estaba besando a Leah y no a una chica cualquiera, de que,
joder, de que estaba sintiendo, de que estaba cometiendo un gran error…
Todo lo que nunca fuimos – Alice Kellen
Le tengo muchas ganas a este libro, el extracto es bonito, me gusta como escribe l autora
ResponderEliminarUn beso!
Tengo este libro super pendiente, ¡a ver si me pongo con él antes de que acabe el año! >.<
ResponderEliminarHolaa, pues estoy bastante curiosa de estos libritos de Alice Kellen, ojalá que me gusten mucho si es que los llego a leer :P sí se ven intensos ja, ja, ja.
ResponderEliminar¡Beesos! :3
Me encantó esta bilogía 💜
ResponderEliminarMe encanta esta sección y la verdad es que has escogido una escena muy buena. ¡Besos!
ResponderEliminarAisss me encantó ^^
ResponderEliminar<33
Hola!!
ResponderEliminarGracias por la recomendación.
Besos💋💋💋