Abrió la puerta, me hizo un gesto con la mano indicándome que entrase y,
antes de hacerlo, eché una ojeada a ambos lados del pasillo para asegurarme de
que nadie me veía. Pero es que era de ser medio gilipollas jugarme el empleo
por prestarme a otra de sus nefastas ideas, y lo peor de todo es que estaba más
que dispuesto a arriesgarme si esa era la solución para que me dejase tranquilo.
Aún me quedaba alrededor de una semana de trabajo en el chalet y quería pasarla
en calma, sin sobresaltos, sin miedo a verme envuelto en cualquier lío por una
de sus tonterías. Una semana más y me largaría de allí para siempre, diciéndole
adiós a Silvia.
Sentí una punzada en el pecho que me desfiguró la cara. Ese leve pinchazo
me desconcertó, pero no tuve tiempo de analizar a qué se debía ni qué lo había
originado, porque en cuanto la puerta de su dormitorio se cerró, la tuve
encaramada a mi cuerpo rodeándome con brazos y piernas. Su asalto me pilló tan
de improviso que perdí el equilibrio y mi espalda se estrelló en la pared. Me
sujeté a ella en un acto involuntario por no acabar en el suelo, y antes de que
mi mente comenzara a digerir lo que pasaba, estampó sus labios contra los míos.
Y yo… yo… Joder, yo los abrí y dejé que su lengua me rozara. Y por ese maldito
roce me perdí. Me abracé a ella y dejé que mi espalda se deslizara por la pared
hasta acabar sentado en el suelo con su cuerpo encima del mío, rozándome
deliberadamente contra su sexo mientras nos comíamos las bocas de una forma tan
morbosa que me empecé a poner malísimo. Sentía los tirones en mi entrepierna y
ella tenía que estar notando lo excitado que estaba, más cuando la excitación
de un tío resulta imposible de ocultar.
La intensidad con la que nos besábamos fue cediendo y nuestros labios
comenzaron a acariciarse con lentitud, por lo que pude apreciar mejor todas y
cada una de las sensaciones que me asaltaban. Y esas jodidas sensaciones no
hablaban solo de deseo o de simple atracción, sino que decían mucho más, algo
para lo que no estaba preparado y menos con alguien como ella.
Fui yo quien rompió el contacto. Me quedé mirándola a la cara sin
pestañear, dándome cuenta de lo mucho que me gustaba por más que tratara de
negármelo.
—Esto era lo que quería mostrarte. Lo siento, Darío, pero no me has dejado
otra alternativa. Tenía que hacerte entender que entre nosotros está pasando
algo; en las dos direcciones, aunque no quieras verlo. Yo no tengo problemas en
reconocerlo, ahora falta que lo hagas tú.
Almas de cristal – Analí
Sangar
Siempre nos deleitas con estos mágicos momentos de los libros y se agradece.
ResponderEliminarBesos =)
hola,
ResponderEliminarbonito fragmento,
Besotessssssssssss
Q bueno:)
ResponderEliminarHola preciosa!
ResponderEliminarMe encanta el beso, no he leído el libro pero pinta genial.
Feliz domingo!
❀ Fantasy Violet ❀
Besotes! 💋💋
Preciosa escena! <3
ResponderEliminarBesos